

Ya está aquí ese día tan soñado para los católicos de todo el mundo, sabemos que
este año es diferente, sobre todo para los que no podemos celebrarla con parte
de nuestros seres queridos, esos hijos y nietos que tanta alegría aportan con
tan solo su presencia, pero no vamos a caer en el pesimismo, no es tan
dramático, pues los creyentes llevamos en nuestro corazón un amor tan grande
que nunca nos sentimos solos, pues
traspasa fronteras y distancias, que es lo que nos acercan a algo tan hermoso
que nadie nos puede arrebatar, que es la celebración de la Navidad, pues ÉL
se encuentra entre nosotros, dándonos su aliento para que nadie
desfallezca por la situación ante la contrariedad en la que nos encontramos por
la pandemia y, otras cosas más.
Entonces yo me atrevo a decir, NIÑO DIOS quédate con nosotros
y en agradecimiento te cantaremos un villancico para que con la flauta y
el tamboril podamos bailar, y así celebrar tu nacimiento redentor.
Niño bonito no llores más, que a mí me aflige el verte
llorar…
FELIZ
NAVIDAD.
ADIOS, 2020
¿Qué nos deparará cuando pasen estas Navidades?
Yo por lo tanto humildemente os recomiendo que
aunque de aquí para atrás estas fiestas tan entrañables y que siempre creímos eran iguales, y que
ahora estamos comprobando que estábamos equivocados, pues siempre han sucedido
cosas que quizás motivadas por la juventud las hemos obviados al carecer de
importancia, pero este año que despedimos ha sido muy diferente a todos los que
hemos vividos hasta ahora, pues el presente nos ha sumido en una soledad
inesperada, tanto que no vamos a querer recordar, ya sé que el virus ha hecho
estragos que se han unido otras situaciones adversas que han aparecido en
nuestra convivencia sin que ninguno de
nosotros lo hayamos buscado. Espero que al decirle adiós a este nefasto año no nos
falten para el próximo las ansias de amar, porque para vivir, éstas deben quedar
intactas.
Por lo tanto no nos queda otra que, pedir con todas nuestras
fuerzas, que este NIÑO que nos mira
desde su cunita, que nos libre del posible mal que nos acecha, y que
derrame su amor sobre nosotros, no sólo para salvarnos de las enfermedades si
no de los demás peligros que también pueden ser mortales.
Yo te pido en el nombre de todos los puros de corazón, que
nos des la fuerza necesaria, para que podamos estar todos unidos y, que con esta unidad, hagamos que vuelva de
nuevo las sonrisas a nuestras vidas.
Que el niño Jesús derrame su amor en nuestros corazones.
En cuanto se ve solo sale del escondrijo, mira
por la rendija de la puerta, y ve como aquella vitrina que pendía del techo y que momentos antes le había parecido sospechosa, ahora estaba siendo manipulada y, pudo contemplar cómo
bajaba para ser abierta, atónito contempla cómo el hombre que la manipulaba lo hacía con la pericia de un forzudo, dobla
el cuerpo del que parecía ser un cadáver como si se tratara de un pelele, para
meterlo sin dificultad dentro de aquella vitrina. De nuevo se dejó oír el ruido
de la cadena que era izada de nuevo,
para volver a ser colocada en su sitio.
Después de haber observado aquella maniobra Víctor vuelve a su escondite, entonces uno de aquellos hombres desaparece ante sus ojos en la
oscuridad y, el que parecía haber ganado
en aquella contienda se queda, y ve cómo saca de debajo de su gabán un cilindro, y que abriendo el cajón con una ganzúa, hace un cambio, llevándose consigo el que se
encontraba metido en el cajón.
Víctor nunca se creyó un cobarde, pero supo
que, estaba metido en algo que en su contrato le habían ocultado. Mientras ve
impotente como aquel hombre sale del despacho con total impunidad, con el
cilindro bajo el brazo, no dejándose ver la cara al ocultarla tras una
mascarilla quirúrgica, pero aquella figura a Víctor le pareció familiar.
Entonces decide esperar el momento oportuno para salir de allí, ya se empezaba
a notar movimiento en aquel palacio, Víctor decide serenarse, no podía perder
la calma, tenía que pensar en la manera de salir de allí sin ser sospechoso, en
aquella terrible espera cree volverse loco.
¿Qué es lo que estaba pasando allí?
Aquel despacho,
en un momento le pareció, que se convertía el andén de una estación de metro, donde entraba y
salía mucha gente. De nuevo aparece el guarda jurado, se acerca al cuadro que
tenía de cabecera el administrador, lo descuelga, y coge lo que parecía un
lienzo enrollado que se encontraba en el dorso del cuadro; al cogerlo, lo extiende
cuidadosamente, encima de la mesa para meterlo en un tubo que parecía de
plástico. Poco después sale tranquilamente del despacho con aquel tubo bajo el
brazo. Víctor, tenía que salir de allí cuanto antes, pues ya se oían los susurros de las mujeres de la
limpieza que empezaban su tarea diaria, sale de su escondrijo antes que una de aquellas
limpiadoras entrara, cuando baja las escaleras saluda a una de las mujeres que
limpiaba la alfombra con un aspirador, le da los buenos días, y tranquilamente se dirige a
la puerta de salida.
Cuando Víctor
llega a su modesto despacho, mira con orgullo la placa de bronce que rezaba
Detective Privado. Suena el teléfono, al otro lado una voz cálida; le dice, has
conseguido hacer bien mi encargo…El movimiento del reloj que pende de la pared,
de aquel humilde despacho, parecía haber sido manipulado, pues le pareció que
estaba falseando la hora; y metiendo la mano en el pantalón, saca aquel papel
que por descuido del administrador cayó al suelo al encontrarse metido en aquel cilindro.
Una sonrisa de satisfacción iluminó el rostro
de Víctor, mientras se decía para sí, nunca pensaste que con un detective de poca monta, es
difícil jugar al juego de las mentiras; se sienta en su sillón y balancea una
de sus piernas que indolente había puesto en el apoyabrazos del sillón, sabía que había
descubierto algo importante, aunque la silueta de aquel “hombre” en la penumbra
llevara con gran elegancia un sombrero de campana y una mascarilla quirúrgica,
sin sospechar que en un descuido había dejado
asomar levemente su melena morena y brillante; creyéndose que podía despreciar la sagacidad del detective, pero, Víctor también sonríe al pensar que ella ignoraba que la tenía
en sus manos, pues, aquella cinta del
sombrero, que él creyó ver en la oscuridad, era una de esas cintas que cierran los
papiros, y que fortuitamente había caído al
suelo justo al lado del cilindro, que,
poco después él recogió . Pues ella ignoraba que aquella cinta de su sombrero era la clave para desenmascarar, sin embargo ella no le dio a este detalle la más mínima importante, ignorando de que él tenía con esa cinta la prueba de que ella había estado allí, por lo tanto la tenía en
sus manos, sobre todo por que la delataba como ser la instigadora de aquellos robos.
Aquella mujer
que lo había contratado, quizás quiso que él fuera testigo de aquella
pantomima; aquella mujer poco después, hablando con Víctor parecía tranquila, por el tono de su voz se
creía triunfadora, porque desconocía que aquel “pobre” detective había
descubierto su trama, y la tenía atada de pies y manos.
FINAL