domingo, 14 de marzo de 2021

Castillo de naipes 2ª parte

Anna se sienta de nuevo tras su otero, entonces le empezaron a venir a su memoria cosas que ni siquiera recordaba haber vivido, cómo tampoco recordaba el día en que se hizo cargo de la finca, se inquieta, pues tampoco podía dibujar en su memoria el rostro de quién podía ser ese tío, o pariente de su padre el cual la nombró heredera.

Pero, a veces necesitaba recordar cual fue el motivo por el que había escogido  aquella forma de vida y, en la soledad del campo, después de reflexionar, piensa que debía haber alguna razón poderosa que le incitase cada día a mirar por mirar sin apenas interrupción por aquel ventanuco, el infinito.

Anna a veces tenía la convicción de que estaba esperando que apareciera algo, que estaba por  llegar pero que no llegaba, Anna con ese gesto diario parecía querer descubrir los misterios que su entorno encerraba, a pesar de que su intuición le dijera que se encontraba en un lugar extraño, insólito para ella.

Al día siguiente serían las ocho de la tarde y, el cielo seguía encapotado con el mismo color gris de duelo, mientras tanto ella seguía sentada ensimismada en su contemplación, como si esto  fuera  lo único importante para ella, esperar, y mirar por aquella pequeña oquedad.

Frente al ventanuco se podía divisar un promontorio en cuya cima, marcaba y el filo del horizonte se encontraba una larga fila de olivos que hacían una muralla que le impedía ver aquel lado del horizonte, a veces ante esta visión Anna sentía la necesidad de dar rienda suelta a su fantasía, pues se le antojaba  que aquellos olivos impertérritos podían ser los guardianes que cortaban el paso para que no se pudiera ver más allá de lo que conllevaba su autoridad.

Llegó al fin el temido día de la llegada de aquella visita, al medio día, y por primera vez desde su llegada se encontraba paseando por la vereda de pizarra que cómo una alfombra gris  conduce a la entrada de la casa, se hallaba cerca de la verja de entrada a la finca, cuando un temblor hace que se alerte, de repente, ante ella aparecieron unos treinta camellos que subían azuzados por los látigos de sus jinetes que se acercaban a ella peligrosamente, el relincho de los animales denotaban el esfuerzo que tenían que hacer al hundirse sus pezuñas en el barro del camino, Anna cierra los ojos ante este espectáculo, cuando los abrió, vio  como esta desenfrenada galopada los llevaba hacia un precipicio.

Poco después decide entrar en la casa, intrigada por lo que acababa de ver, antes de entrar volvió la cara, y atónita descubrió algo que antes no había visto, en lo alto del promontorio, la silueta de los olivos habían desaparecido, y en su lugar se encontraba  un tétrico castillo  que enmarcaba desafiante la montaña, sin duda pensó era una fortaleza, porque desde donde ella se encontraba parecía ser inexpugnable, era como si aquel olivar al desaparecer hubiera tomado el cuerpo visible de un castillo; desde lo alto  parecía un vigía, un halcón que desde lo alto de su nido divisa sus posesiones

¿Acaso estaba sufriendo alucinaciones?

Anna olvidándose de la visita que esperaba, se metió en la casa precipitadamente, cerró con llave ( Que nunca antes había hecho) y se dirigió a su alcoba, mientras subía las escaleras, iba mascullando, Señor, Señor, con los brazos cruzados sobre el pecho, era como si estuviera a punto  de enfrentarse a una ardua contienda, entonces, y por primera vez sintió miedo, nunca se percató de que necesitara luz, pero en esos momentos al ver cómo la luz de las velas oscilaban haciendo figuras dantescas en la desnuda pared, entonces fue cuando descubrió que la casa estaba más fría, y angosta que nunca, entonces descubrió  que se encontraba perdida ante un mar de confusiones, pero no tenía otra opción que la de seguir adelante, ya no podía retroceder ni siquiera un paso.

Y en ese mismo momento intentó recomponer sin resultado las piezas del puzle que en su mente no parecían encajar desde que descubrió aquel castillo

 ¿Por qué, antes le había pasado desapercibido?

Sin dudas algo se encontraba fuera de lugar, pues sabía que su mente se encontraba lúcida como siempre, pero si supo que ella sola no podría enfrentarse a algo que evidentemente había aparecido mágicamente.

Ante aquellas dudas sobre, qué era lo que estaba pasando, su cuerpo pareció flaquear, ya ni sus convicciones eran firmes cómo ella siempre creyó que lo eran.

Cuando entró en su alcoba y antes de llegar a la cama tuvo que apoyarse en la butaca que hacía de descalzadora, pues se encontraba desfallecida. Nunca sabría si aquella noche se acostó en su cama. Pero tampoco sabría si aquella noche lo que soñó  fue verdad, o un sueño, lo que vio cuando se encontraba asomada al balcón, ni tampoco podía recordar  que miró con ansiedad desmedida la bruma que produce la tierra después de la lluvia, que no la dejaba ver con claridad, ni tampoco cómo el campo de repente empezó a iluminarse, entre las sombras, porque pudo ver cómo  unas luces intermitentes de fondo iluminaban la ladera de la montaña, mientras se hacía oír una letanía mortuoria que parecía formar parte de un   cortejo fúnebre.

Al día siguiente, y al alba, se encontró sentada como siempre ante el ventanuco, estaba desorientada, se levanta para buscar un catalejos que sabía tenía en alguna parte, al encontrarlo, otea la montaña con minuciosidad, era cierto allí se encontraba aquel castillo o fortaleza, entonces observa que alrededor del edificio había mucho movimiento, esta situación le asusta, algo estaba pasando, su finca ocupaba una parte importante de aquel valle, esto le hizo pensar de que ella también podía encontrarse en peligro.

Aquella noche, tras el ventanuco estuvo de vigilia continuada, pero llegó la mañana y no había pasado nada; después del desayuno volvió a su puesto tras el ventanuco, entonces oyó rumores de voces mezcladas con el relincho de caballos ante la puerta de la finca, parecían estar fraguándose algo muy pero que muy peligroso para ella.

Sin pensar lo que hacía, salió de la casa, adelanta unos pasos hasta ponerse frente al que parecía ser el cabecilla de aquello que parecía una insurrección, pero al tener cerca a este personaje, tuvo una extraña impresión, sobre todo al escuchar el tono de su voz.

 De  pronto se sintió muy agotada, arrastrando los pies llegó hasta la casa, se sentó de nuevo ante aquel ventanuco, entonces,  perdió la noción del tiempo mientras le venía a la memoria una vieja leyenda que venía des tiempos olvidados, que hablaba de una mujer solitaria 



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