También se contaba que
en estos campos solitarios y perdidos eran habitados por sociedades
desconocidas que se hallaban diseminadas
bajo la eterna sombra verde de las copas de los árboles.
Anna parecía en su indolencia estar viviendo lo que su mente
le estaba dictando que recordara, pero su cuerpo parecía estremecerse cuando
creyó que atravesaba un río donde sus aguas ardían perpetuamente desprendiendo
un intenso vapor que quemaba.
En unos instantes comenzó a removerse en la silla, tanto que
estuvo a punto de caer al suelo, se encontraba (Según su subconsciente) en el
centro de un río burbujeante, espantada presenció cómo los animales que
caían en esa agua eran cocinados con tanta rapidez que sus cuerpos, con sólo
acercarse para beber se asaban por dentro, sin duda pensó que era una muerte
cruel; pero, por más que quiso, no lo fue posible reconocer al culpable que había perpetrado aquella horrible aberración, pues,
estaba segura que era el jefe de aquella insurrección, por lo tanto, aún vivía,
y se encontraba en su puerta, esperando que ella callera en sus garras.
De pronto un escalofrío le hizo despertar, inconscientemente mira
con ansiedad por ventanuco, allí parado en la vereda, se encontraba el siniestro personaje junto con sus sicarios se encontraba el
culpable de que ella hiciera que se exiliase en aquel inhóspito paraje. Y
entonces supo la razón del porqué había sido beneficiada en aquella heredad, había
sido necesaria para que los fines de aquel despiadado pudieran hacerse
realidad, pero olvidó que después de aquel encierro que creyó era voluntario, y que ella sufrió fue lo que hizo que dejara de ser la
mujer que todos creyeron era, aquella soledad le hizo fuerte, y al recordar al
hombre que capitaneaba aquel ejército, supo que su huida había terminado.
Al despertar de aquel letargo, subió precipitadamente las
escaleras, se dirigió al balcón, y abriéndolo de par en par, se asomó, y con
los brazos abiertos, le pidió al Altísimo, que le dejara entrar en ese mundo de
paz, diferente, intangible al ojo humano, que, antes se le había prometido.
Poco después la magia destructora de aquel entorno había
desaparecido, no quedando nada ni de aquel castillo ni de la casa donde ella
creyó había encontrado la paz, en su lugar quedaba una tierra rojiza por la
sangre derramada de los inocentes, pues ese lugar había sido la guarida de unos
seres que nunca debieron habitarla, seres, que nunca deberían haber salido de ese
submundo, pues con su aparición malvada sólo arrastraron maldad y desolación.
Pero aquel campo que creyó Anna podía ser su salvación, era un campo que
nadie podía dominar a su antojo, pues siempre fue hostil, para los que no
cumplieron las leyes, aunque ella lo
viera bajo un prisma diferente, tampoco podía esperar nada, pues todo se le
había dado por añadidura, pero la fuerza de la naturaleza, le hizo pagar con
creces su individualidad.
Aquel campo desde entonces permanecería yermo, como siempre
lo fue, por lo tanto aquel campo no era otra cosa que el campo eterno. Todo era como una advertencia a los que creen que con
su poder, sea el poder que ostenten, pueden hacer lo que les place, olvidando que
aquí estamos solo de paso, y que si se desaprovechan el amor y la fraternidad,
estos jamás en ningún otro lugar lo encontraran; porque la barca que les
cruce el río de aguas transparentes será el que los conduzcan a la luz eterna.
Poco después un grupo de arqueólogos hizo una excavación, en aquella finca por
motivos que ni ellos mismos supieron, después de una ardua inspección del
terreno, descubrieron algo que fue un gran
hallazgo, en aquel paraje encontraron un sorprendente edificio subterráneo,
allí se encontraba enterrada una
embarcación del año 3.800, A de C, Este hallazgo tenía una llamativa peculiaridad
que guardaba gravados de más de un centenar de barcos egipcios, desde donde se podía leer en sus epígrafes que eran
los destinados a emprender el largo
viaje a la eternidad.
Poco después de que desapareciera todo junto con Anna, se
desveló que un grupo de saqueadores, penetró en aquella finca, contaminando el
entorno, no pudiendo encontrar huella alguna que pudiera esclarecer el por qué
en aquella finca cacereña se había encontrado un barco faraónico sepultado, en
aquel terreno árido. Todo parecía encajar, aquellos seres no debieron salir
nunca del submundo, pues allí en aquella aridez nunca hubieran podido encontrar esos ríos que con sus actitudes para con los más
débiles, esos ríos para ellos siempre les será difícil encontrar, pues es imposibles navegar sin agua.
Acaso Anna estaba encarnando a una de las reinas egipcias. Siendo capaz de hacer un nexo de comunicación con los vivos, y si esa era la razón por la cual le gustaba
la soledad, solo para que no fuera descubierto su misterio.
¿Tendría algo que ver en esta historia la reina HATSHEPSUT?
¿Tan sabios habían sido los egipcios?
Y porque, los dirigentes de las Naciones no ceden un tiempo
para pensar, sobre todo a lo que se refiere a hacer algo extraordinario para el pueblo que gobiernan, porque tarde o temprano se sabe que pagarán con creces todo el mal que hacen a la Humanidad.
Podrán estos seres engreídos ciegos de avaricia por el poder
que ostentan, que van a pasar a un plano inferior dónde sus fechorías, sin dudas
van a ser castigadas, pues pueden que a esa vuelta a la vida que nos tienen prometida, puede que se encarnen en
animales, tan desagradables y repugnantes, que nadie los quiera a su lado.
¿Ese fue el castigo de Anna?
FINAL


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