sábado, 20 de marzo de 2021

Castillos de Naipes

 También se contaba que en estos campos solitarios y perdidos eran habitados por sociedades desconocidas  que se hallaban diseminadas bajo la eterna sombra verde de las copas de los árboles.

Anna parecía en su indolencia estar viviendo lo que su mente le estaba dictando que recordara, pero su cuerpo parecía estremecerse cuando creyó que atravesaba un río donde sus aguas ardían perpetuamente desprendiendo un intenso vapor que quemaba. 

En unos instantes comenzó a removerse en la silla, tanto que estuvo a punto de caer al suelo, se encontraba (Según su subconsciente) en el centro de un río burbujeante, espantada presenció cómo los animales que caían en esa agua eran cocinados con tanta rapidez que sus cuerpos, con sólo acercarse para beber se asaban por dentro, sin duda pensó que era una muerte cruel; pero, por más que quiso, no lo fue posible reconocer  al culpable que había  perpetrado aquella horrible aberración, pues, estaba segura que era el jefe de aquella insurrección, por lo tanto, aún vivía, y se encontraba en su puerta, esperando que ella callera en sus garras.

De pronto un escalofrío le hizo despertar, inconscientemente mira con ansiedad por ventanuco, allí parado en  la vereda, se encontraba el siniestro personaje  junto con sus sicarios se encontraba el culpable de que ella hiciera que se exiliase en aquel inhóspito paraje. Y entonces supo la razón del porqué había sido beneficiada en aquella heredad, había sido necesaria para que los fines de aquel despiadado pudieran hacerse realidad, pero olvidó que después de aquel encierro que creyó era  voluntario, y que ella sufrió fue lo que hizo que dejara de ser la mujer que todos creyeron era, aquella soledad le hizo fuerte, y al recordar al hombre que capitaneaba aquel ejército, supo que su huida había terminado.   

Al despertar de aquel letargo, subió precipitadamente las escaleras, se dirigió al balcón, y abriéndolo de par en par, se asomó, y con los brazos abiertos, le pidió al Altísimo, que le dejara entrar en ese mundo de paz, diferente, intangible al ojo humano, que, antes se le había prometido.

Poco después la magia destructora de aquel entorno había desaparecido, no quedando nada ni de aquel castillo ni de la casa donde ella creyó había encontrado la paz, en su lugar quedaba una tierra rojiza por la sangre derramada de los inocentes, pues ese lugar había sido la guarida de unos seres que nunca debieron habitarla, seres, que nunca deberían haber salido de ese submundo, pues con su aparición malvada  sólo arrastraron maldad y desolación.

Pero aquel campo que creyó Anna  podía ser su salvación, era un campo que nadie podía dominar a su antojo, pues siempre fue hostil, para los que no cumplieron las leyes,  aunque ella lo viera bajo un prisma diferente, tampoco podía esperar nada, pues todo se le había dado por añadidura, pero la fuerza de la naturaleza, le hizo pagar con creces su individualidad.

Aquel campo desde entonces permanecería yermo, como siempre lo fue, por lo tanto aquel campo no era otra cosa que el campo eterno. Todo era como una advertencia a los que creen que con su poder, sea el poder que ostenten,  pueden hacer lo que les place, olvidando que aquí estamos solo de paso, y que si se desaprovechan el amor y la fraternidad, estos jamás en ningún otro lugar lo encontraran; porque  la barca que les cruce el río de aguas transparentes será el que los conduzcan a la luz eterna.

Poco después un grupo de arqueólogos  hizo una excavación, en aquella finca por motivos que ni ellos mismos supieron, después de una ardua inspección del terreno, descubrieron algo que fue un gran  hallazgo, en aquel paraje encontraron un sorprendente edificio subterráneo, allí  se encontraba enterrada una embarcación del año 3.800, A de C, Este hallazgo tenía una llamativa peculiaridad que guardaba gravados de más de un centenar de barcos egipcios, desde  donde se podía leer en sus epígrafes que eran los destinados a  emprender el largo viaje a la eternidad.

Poco después de que desapareciera todo junto con Anna, se desveló que un grupo de saqueadores, penetró en aquella finca, contaminando el entorno, no pudiendo encontrar huella alguna que pudiera esclarecer el por qué en aquella finca cacereña se había encontrado un barco faraónico sepultado, en aquel terreno árido. Todo parecía encajar, aquellos seres no debieron salir nunca del submundo, pues allí en aquella aridez nunca hubieran podido  encontrar esos  ríos que con sus actitudes para con los más débiles, esos ríos para ellos siempre les será difícil encontrar, pues es imposibles navegar sin agua.

Acaso Anna estaba encarnando a una de  las reinas egipcias. Siendo capaz de hacer un nexo de comunicación con los vivos, y si esa era la razón por la cual le gustaba la soledad, solo para que no fuera descubierto su misterio.

¿Tendría algo que ver en esta historia la reina HATSHEPSUT?

¿Tan sabios habían sido los egipcios?

Y porque, los dirigentes de las Naciones no ceden un tiempo para pensar, sobre todo a lo que se refiere a  hacer algo extraordinario para el pueblo que gobiernan, porque tarde o temprano se sabe que pagarán con creces todo el mal que hacen a la Humanidad.

Podrán estos seres engreídos ciegos de avaricia por el poder que ostentan, que van a pasar a un plano inferior dónde sus fechorías, sin dudas van a ser castigadas, pues pueden que a esa vuelta a la vida que nos tienen prometida, puede que se encarnen en animales, tan desagradables y repugnantes, que nadie los quiera a su lado.

¿Ese fue el castigo de Anna?  

 FINAL




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