martes, 20 de junio de 2023

Al otro lado del espejo

Al otro lado del espejo

 

 

 

No sé qué es lo que  me pasa, me encuentro confusa, y es cuando me vienen a la memoria unos recuerdos, que… creo que me encontraba paseando por la Ciudad monumental de mi mágico Cáceres, quizás aquel día me sentía influenciada por las noticias de los sucesos que estaban acaeciendo en el mundo. Pues nos estaban bombardeando por todos los medios de comunicación con una aterradora noticia, se trataba de una repentina invasión a una Nación llamada Ucrania, que según los informadores  había sido invadida por los rusos, ante esta noticia me intranquilicé, pero de lo que sí estoy segura es de que ante este recuerdo quise dar tranquilidad a mi alma durante mi aparente y, tranquilo paseo, pero no fue así porque de pronto y ante mí apareció un carro que parecían ser de los años cincuenta, entonces me percaté de que a duras penas era tirado por un par de jamelgos escuálidos que avanzaban lentamente y sin apenas resuello subían el repecho de la calle Ancha de la Ciudad Monumental; creo que me sorprendió ver el sufrimiento de estos animales que parecían subsistir milagrosamente al tirar a duras penas de aquella carga.

Mientras contemplaba el carro, no sé qué fue lo que pasó, pues la calle se encontraba desierta a esas horas,  en eso me crucé con dos hombres, me fijo en ellos porque me parecieron por su aspecto que estaban famélicos al igual que aquellos animales que acababa de ver, pero enseguida me olvido de aquellos dos hombres al desaparecer de mí vista.

 Y al llegar a este punto, y  sin saber el motivo, giro mi cuerpo  para seguir con la mirada a donde podía dirigirse aquel carro, pues tuve la intuición de que cargaba con algo que parecía ser demasiado pesado. Pero en unos segundos me encontré distraída, el carro desapareció de mi vista, que a la sazón apresuré mis pasos, y busqué con afán a mi alrededor hasta encontrar una cochera, pero ésta se encontraba cerrada y, ante este enigma, resignada, seguí mi paseo pues no había conseguido encontrar respuesta alguna a aquel extraño suceso, pero no obstante quedé  intrigada al no poder saber dónde podía haber entrado aquel carro para que desapareciera tan repentinamente, pues al parecer se esfumo ante mis ojos.

Desorientada, intento recomponer mi cabeza, pero de pronto noto que una mano se posa en mi hombro, era una mano fuerte, dura, como la piedra que pretende aplastar la espiga madura  para convertirla en harina. Este hecho me empequeñeció; de repente se oyeron unas risas discordantes que parecían salir de detrás de una de las rejas de uno de los palacios que conforman el conjunto monumental, y  no sé cómo pero pude distinguir la voz de un  hombre que decía; silencio, a mí nadie me discute las órdenes y, ahora voy a hacer lo que siempre deseé; aquellas palabras arrogantes me desconcertaron pues fueron dichas en un tono de soberbia intolerante.

 Ante la inclemencia y crueldad de aquellas duras palabras, sin saber a quién eran dirigidas, yo sentí una opresión en el pecho que creí asfixiarme y, fue cuando mi sexto sentido me hizo pensar de que aquella voz era tan firme y, poderosa que podía ser capaz de hacer cualquier cosa por hacer realidad su capricho. Pues después de aquella voz, sólo se oyó un profundo silencio escalofriante, que sólo fue roto por los llantos y lamentos de niños y, ancianos.

Poco después despierto, y  por consiguiente me relajo al saber que sólo había sido un mal sueño y, a la sazón me doy cuenta de que tenía la televisión encendida, entonces pongo toda mi atención en saber de qué estaba hablando el locutor,  en esos momentos se encontraba dando las noticias del día anunciando a bombo y platillo, que Europa iba a entablar conversaciones sobre lo que estaba ocurriendo en Ucrania. Y que por primera vez la noticia estaba siendo documentada por imágenes y secuencias de lo que estaba sucediendo en aquella Nación en directo. Yo me quedé sentada sin dilucidar qué era lo que estaba viendo en realidad, pues sobrecogida ante la pantalla  pude ver cómo unos carros eran tirados por pencos que avanzaban lentamente con su pesada carga por una calle donde el pavimento se encontraba sembrado de barro y  cascotes, y fue cuando pensé horrorizada que lo que estaba contemplando era lo que momentos antes había soñado y, que ahora lo estaba presenciando el mundo entero; pues aquellos carros al parecer iban cargados de cadáveres.

 ¿Era todo un desatino?

Y tras esta información de desconcierto, creo que se corrió ante mis ojos una sutil cortina disfrazada de silencio como tranquilizante, mientras tanto Europa esperaba con ansiedad la solución del conflicto; pero sin éxito.

Cambio de programación y,  a continuación  en otra televisión el reportero comenzaba  a  mostrar casas y, edificios derruidos por las bombas.

 Me quedé pensativa, por unos momentos no supe dónde me encontraba.

Una vez reaccioné sobre lo que en realidad estaba pasando, me dirigí a la cocina, y con avidez bebí un vaso de agua, pero aquel desasosiego no parecía remitir, pues en esos momentos llamaron a la puerta, abro y, ante mí se encontraban dos hombres famélicos, el corazón se me aceleró, eran aquellos mismos hombres que vi en mi sueño, los miro asombrada; me piden ayuda, pero yo al verlos me asusto y, sin saber cómo reaccionar les cierro la puerta, mientras siento mi ansiedad va en aumento, me tengo que sentar, me encontraba mareada, lo que me estaba pasando era nuevo para mí y, creí no poder aguantarlo, mientras me dirigía al salón para descansar en el sofá, el timbre del teléfono me sobresalta, lo cojo asustada.

 ¿Anna te has enterado por las noticias de lo que está pasando?

 ¿De qué noticias me hablas? Dije aún conmocionada ante la visión que tuve de aquellos hombres que llamaron a mí puerta.

Después de hablar unos minutos con mi amiga, me pareció todo lo que hablamos era tan extraño que creí encontrarme  en otra Galaxia, pero lo más descarnado de la noticia para mí  es que era verdad lo que se estaba viviendo en este mundo llamado “civilizado” al parecer era como si todo fuera una película de ciencia ficción, pues ante las cámaras aparecían  como si fuera el fotograma de una película, lo que estaba ocurriendo dando a entender a los demás mortales que al estar tan lejos no nos concernía y estar acaeciendo esta aberración en un punto muy lejano de nuestro país; y que al ser algo tan  inconcebible en el siglo XXI se hubiera producido la invasión a un pueblo, por un presidente con ansias de poder descerebrado.

Un silencio por mi parte hizo que mi amiga se enojase.

¿Me escuchas?, pero yo en esos momentos inconscientemente ya había colgado el teléfono.
SEGUIRÁ



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