¿PORQUÉ HEMOS LLEGADO A ESTO?
Margarita es una mujer de sesenta años, aquella mañana se encontraba
sentada mirando sin mirar a los viandantes que presurosos atravesaban el paso
de peatones sin esperar la señal del semáforo para poder pasar, sin apreciarse
a primera vista de que estos llevaban en sus rostros reflejada lo mismo que en
sus pasos, una angustia que solo parecían guardar dentro de sus atribuladas
almas.
Por unos momentos Margarita parece reaccionar, y esto le hace
sentir una intranquilidad al pensar ¿Qué estamos haciendo con nuestras vidas?
El ruido del claxon de un coche le sobresalta, y en esos momentos su cabeza
comenzó a recordar los años en los que se
encontraba trabajando como funcionaria del estado.
Primero tuvo que estudiar, más tarde opositar para poder
alcanzar ese puesto tan ansiado donde creyó poder hacer desde ese despacho
privilegiado servir al ciudadano y hacerles felices resolviendo algunos de los problemas que les acucian.
Después de un tiempo de ensoñación apacible, una mañana entra
en su despacho el “jefazo” con una sonrisa de complicidad fingida pidiéndole como
autoridad le hiciera un trabajo, pero
que este no tenía nada que ver con su cometido, era un favor personal, que no
debía salir de aquel despacho.
Margarita imprecisa recoge el monumento, y lo deposita encima
de su mesa de despacho, pero el jefe le apremia
para que lo firmase de inmediato.
Margarita mira a su jefe y con humildad responde, me permite
señor leer primero el documento que tengo que firmar, al tratarse de algo que según
parece es algo muy importante.
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