Ante esta observación
parece aumentar su nerviosismo, entonces el que parecía más calmado y seguro de
sí mismo –dijo—sea cómo fuera esto, hay
que hacerlo cuanto antes, en todo caso había que llamar a Francia para decir
que parte de la mercancía que se transporta es perecedera, por lo tanto debe tener
prioridad en su entrega ante cualquier otra que
tenga previsto su llegada a Marsella. Uno de los hombres cambió de voz,
parecía que se había tragado algo pues hacía que su voz fuera ronca y
entrecortada, mientras el otro interlocutor, levanta el tono de voz para decir,
creo que sería una locura llevarla a Francia, entre los dos se hizo un
silencio, que se rompe cuando uno de
ellos dijo; pero tampoco podemos hacer lo de siempre, las pisadas de los hombres
por la habitación parecían agitadas y al mismo tiempo vacilantes, pues Anna, podía sentir desde el
salón cómo vibraban las vidrieras antiguas y emplomadas de la puerta.
El que parecía
haberse tragado algo—dijo—alguien de la empresa de transporte puede sospechar
de nosotros al ver que nos movemos mucho por allí, creo que debemos buscar una
segunda alternativa, pero, ¿Cuál? Perdiendo por momentos la compostura ante el
que creyó Anna era el compinche, lo mandó callar, aquella orden le pareció a
Anna que resonó en aquella habitación como un trueno. Y con voz sumisa se
atrevió decir, otra opción sería tirarla al río Manzanares, por ahora no se me
ocurre otra cosa que sea más segura para nosotros, la mayor parte del río está
canalizado y, seguro que tardarían unos días en encontrarlo, y esto sería
añadir un factor favorable para nosotros, pues cómo el ambiente en estos
momentos se encuentra un poco convulso, puede que los de la criminal quieran
resolver cuanto antes este asunto alegando que ha sido el consabido ajuste de
cuentas entre un narco y una prostituta deslenguada.
Anna no puede
creer lo que estaba escuchando, mientras los hombres siguen inventando
estrategias para salir airosos de aquel trance, en unos minutos,
uno de ellos dijo convencido, no creo que lo de tirarla al río sea la
solución más acertada, pero el de la voz atragantada insiste, creo que es la
mejor alternativa, también tenemos que tener en cuenta, que en el caso que lo
hiciéramos y encontrasen el cadáver, si esto sucediera antes de que
pudiéramos arreglar nuestra huida, si claro, y
escabullirnos de lo que tenemos encima, que es un buen tufo, aunque esto que estamos pensando puede
ser sólo hipotético, porque, hay que pensar también que
forzosamente tiene que haber una investigación.
Ante esta
reflexión, entre los dos hubo un silencio que a Anna la puso aún más nerviosa.
¿Has pensado
si esta descerebrada ha limpiado bien y no ha dejado ninguna huella que nos
pueda identificar? Yo por mi parte, no la toqué, entonces no hay de qué
preocuparse, yo tampoco, ni siquiera la rocé.
Entonces,
-dijo-el de la voz atragantada, no tenemos otra solución que la de sacarla de
España cuanto antes. Anna cada vez más asustada no se atreve ni a mover un
dedo, pues estaba segura de que se trataba de una mujer que había sido asesinada.
Una de las voces parecía lamentarse, cuando dijo, ahora como siempre nosotros
tendremos que limpiar la mierda que sus caprichos de millonaria va dejando.
Minutos
después aquellos hombres entran en el salón, no sabían que hubiera alguien en
el salón y, miran a Anna con desconfianza, pero ella, seguía con las dos manos
aferrada al asa de su maleta, mientras disimulaba estar con la mirada
perdida clavada en el televisor, los dos
hombres se sientan frente a ella, parecían seguir una conversación ficticia,
que no parecía ser coherente, pero sus caras parecían desprender satisfacción
delante de ella, Anna sacó la conclusión de que ante el dilema que habían
discutido se bastaban ellos solos para resolverlo, pues parecía que ya habían decidido cómo
deshacerse de aquel problema.
Pero Anna de
lo que estaba segura era de que permanecería el tiempo justo en aquella pensión
hasta recuperar su carnet de identidad, una vez fuera ya buscaría la manera de
analizar aquella conversación, que escucho desde el salón, más tarde podría
aclarar con quien correspondiera lo que escuchó, toda su narración estaba segura daría una pista a la policía en
el caso de que hubiera alguna desaparición extraña…un grito se ahogó en su
garganta, ¿y si la víctima era Rebeca? Y, ¿si era el cadáver que vio bajar por
las escaleras?
En esos
momentos la patrona interrumpe con su voz impertinente su elucubración, cuando dice desde la puerta, que ya se encontraba su
habitación disponible. Anna sube las
escaleras tirando de su trole, cuando de repente como una aparición, pudo ver
en el fondo del pasillo la silueta de una mujer, vestida elegantemente con un
traje largo de noche desentonando en aquel ambiente, que al verla le saluda con
la mano haciendo resonar las múltiples pulseras doradas como campanillas, Anna,
se inquieta al no poder distinguir su
rostro.
Aquella noche
Anna presa de inquietud no se acostó, se
encontraba demasiado excitada, sentada
encima de la cama comenzó a repasar mentalmente todo lo que había escuchado y ocurrido desde
que había llegado a Madrid
¿Por qué el taxista hizo ese gesto extraño
cuando ella le dio la dirección de aquella pensión?
Serían las
cuatro de la madrugada cuando Anna en su desvelo oye unos pasos por el pasillo,
parecían pasos vacilantes, de repente nota que se paran ante su puerta, Anna se
queda sin respiración, poco después oye una voz que parecía venir de detrás del tabique de la habitación contigua,
que le dijo en susurros, no abras la
puerta bajo ningún concepto, no temas estamos cerca de ti.
Anna entra en el lavabo, se lava la cara,
quería estar segura de que todo era un sueño, de repente pudo oír el chirrido
que hace el pomo de la puerta al ser girado, el pomo estaba cediendo pues
giraba lenta muy lentamente hasta abrir la puerta.


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