Aquel día me encontraba cabizbaja, paseando mi melancolía me
llevó hasta la playa, cuando indolente me encontraba mirando al mar, de pronto
despertó mi curiosidad cuando ante mi pude divisar una nave que me pareció por su
magnitud era impresionante, se
encontraba arboleada en toda su
superficie cerca de la playa, pero a pesar de todo desde donde me encontraba me pareció difícil
precisar la envergadura de aquel barco.
Yo desde la orilla calculé que al ser tan grande debía tener
al menos unos veintidós remeros para moverla. Después de hacer un somero
análisis, me hizo creer por su aspecto exterior que parecía moderna, pues desde
la supuesta lejanía se podía apreciar que disponía de una peculiaridad muy
especial en esa clase de embarcaciones, cómo era, la de disponer de un timón
lateral que se encontraba situado a la derecha de la marcha.
Me asusto, al pensar, en qué me basaba al hacer esa descripción tan exacta y con tantos
detalles si nunca fui marino, ¿Estaría acaso viviendo un fenómeno complejo de
los que suelen llamarse mundos paralelos?
Intento despejar mi cabeza, cuando…
En unos minutos creí percibir que el barco clavara el ancla en
la arena, me puse nerviosa y, pensé, pronto
toda aquella tripulación invadiría la playa y no me dejaría disfrutar de mi
soledad.
De pronto inesperadamente, se levantó una terrible tempestad,
las olas llegaron a alcanzar hasta los nueve metros, esta virulencia me lleno
de asombro pues este fenómeno no llegaba
a la orilla, sólo estaba ocurriendo dentro
del mar, haciendo con aquel repentino tifón acuático zozobrara la nave, en mi
observación vacilante tampoco acababa de entender, como me llamó la atención
ver al capitán moverse con soltura por la cubierta ante este imprevisto cambio
de tiempo, porque dirigiéndose a la cabina de mando con gran destreza hizo un
viraje de timón, que al ser tan brusco en su balanceo casi se da de bruces con
otra de las embarcaciones que se
encontraba parada con los motores a
medio gas muy cerca de ella.
Todo me pareció irreal pues esta nave me sorprendió por haber
surgido de la nada en mi horizonte, después de superada la sorpresa de su
aparición, me gustó, pues poseía un
aspecto sencillo y, a mi parecer elegante, sus velas parecían darle la
autonomía suficiente como para poder alcanzar gran velocidad en el caso de que
fuera atacada por algún barco corsario.
De pronto en la cubierta de uno de los barcos hizo su
aparición una figura de mujer frágil pero ágil, que dando un salto desde la borda, se
sumergió en las aguas hasta llegar a cubrirle la cabeza, yo desde la orilla,
sigo cada vez con más interés y
escepticismo todo lo que pasaba en
aquellos dos barcos.
Entonces y sin saber que estaba sucediendo aumento mi
curiosidad, pues me estaba viendo envuelta en una especie de locura que supuse
debía ser transitorio, porque, de nuevo ante mis ojos asombrados, las aguas del
mar se volvieron transparentes, tanto, que
hasta se podía ver el fondo del
mar con sus peces nadando con total nitidez.
Los marineros del barco de la gran vela, ante este fenómeno,
comenzaron a correr despavoridos por la cubierta. Y cuando implorante levanté
mis ojos al cielo pidiendo una explicación de lo que estaba sucediendo, bajé la
vista hacia la arena y, al levantarla pues me encontraba desorientada, de nuevo
atónita, presencié como del fondo del mar, empezó a emerger una legión que más
que piratas de mar parecían fantasmas, pues se encontraban pertrechados con una
vestimenta extraña, pegado a sus costados tenían alas de acero, que al recibir
los rayos del sol relucían desprendiendo destellos tan brillantes que, cegó a
los marineros que se encontraban en la cubierta de la nave, obligándole con su
claridad cegadora a quedar pegados en la
cubierta cómo si fueran estatuas.


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