sábado, 2 de noviembre de 2019

Almas en las sombras 2ª parte

Matilde no encontraba palabras que fueran disculpas razonables para que su amigo no se enojase con ella. Necesito dijo, que entiendas que mi propósito no es el de escaquearme, en esta ocasión sé que no me encuentro con la suficiente información, ¿acaso has pensado que este collar, o lo que parece ser, puede llegar a tener hasta cinco mil años de antigüedad?
Eladio la mira desconcertado, de repente sus ojos  cambiaron de color dando la apariencia de un ser de otro mundo, Matilde no pareció sorprendida ante el cambio radical de aquellos ojos y, como si todo fuera de lo más normal salió a la calle, pero su aspecto era el de una mujer cabizbaja, un suspiro se escapó de su garganta que por unos momentos le alivió el estrés que le empezaba a dominar,  entonces retrocedió sobre sus pasos, entró de nuevo en el despacho de Eladio, que al verla, supo que  ya estaba dispuesta a ayudarlo, aún y a pesar de creer que aquel collar guardaba un enigma y que si llegara a descifrarlo, podía llegar a ser muy peligroso, Matilde tiembla, al desconocer el poder que ésta podía tener.
Y mirando a su amigo ¿Sabes acaso por donde vamos a empezar? Eladio la miró, él también se encontraba perdido.
Matilde, le dijo, sabes que necesito saber algún dato para empezar.
Eso no puede ser tan sólo dispongo del collar—contestó Eladio con la voz entrecortada por el dilema que se le presentaba.
Matilde, resignada toma la caja en sus manos pero su cuerpo empezó a temblar ¿O Dios mío que está pasando?
Eladio mira la caja, y espantados vieron que de la caja empezaron a salir hilos de humo de diferentes colores, era parecido a un arco iris después de una tormenta, sus colores eran perfectos, en unos momentos todos aquellos colores envolvieron la habitación, haciendo que quedaran  los dos dentro de aquel círculo sin poder apenas moverse.
Suena la puerta, un cliente entra, que al verlos envueltos en un aura de colores, al instante quedó calcinado por un potente rayo.
Matilde y Eladio se miran espantados, y entonces se dieron cuenta de que eran dos seres extraños, que no se reconocían entre sí. A Matilde le da vueltas la cabeza, estaba siendo cierto  todo lo que había sospechado de aquella joya, pues  lo que les estaba ocurriendo era la consecuencia de que se habían si propiciado en el diagnóstico de aquel enigmático collar.
De repente en el rellano se oyeron nuevos pasos que se dirigían al despacho, Matilde quiere gritar para advertirles que no entraran, pero Eladio con los ojos ensangrentados al igual que de un demente les invita a entrar, pero los dos clientes ante el espectáculo que tenían ante sus ojos, se quedaron inmóviles, poco después eran empujados por una fuerza extraña que les hizo desaparecer por las estrechas escaleras.
Entonces el despacho empezó a cambiar, no sólo el color de las paredes que fueron teñidas de color rojo fuego, haciéndoles perder su primitivo color que ya no se diferenciaba por su atractivo, pues  ahora era  como siempre fue de un color gris desvaído.

Un ruido infernal atronó los oídos de Matilde, todo cambió, los muebles eran diferentes, raros, Matilde cerró los ojos temiendo lo peor, cuando los abrió se encontró en un salón de cuyas columnas colgaban rosas marchitas, al fondo pudo ver un sitial vestido de terciopelo negro, en aquel salón se encontraban los dos solos sin saber qué clase de magia los había transportado hasta allí, de pronto se oyó el sonido agudo de una trompeta, entonces apareció un séquito de ocho personas vestidas con túnicas faraónicas que escoltaban a una niña casi adolescente, su mirada era dura y despiadada.



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