domingo, 10 de noviembre de 2019

Almas en las sombras Final

Se sienta en aquel trono que al hacerlo, mostró qué carecía del lógico candor que posee una niña, sus gestos eran duros pero sabía cómo demostrar que sabía hacerse obedecer.
Eladio mira a Matilde y, con gestos le pregunta ¿tienes tú el collar? Pero Eladio no pareció entender ese gesto, y entonces es cuando Matilde le hace directamente la pregunta.
Pero poco después Eladio le responde con otra pregunta ¿Lo tienes tú? Eladio miraba en esos momentos a la reina, uno de su escolta, se para ante él y con la mirada fija en el trono ¿Dónde debo buscar mi señora? –dijo obedeciendo órdenes-- 
Que se baje los pantalones deseo ver sus piernas ¿Si es eso lo que desea su majestad? La mirada malévola de aquella criatura les hizo temblar, pero cuando el lacayo desabrocha el cinturón del pantalón y, antes de que cayera al suelo, el collar hizo su aparición en el salón, reposaba en un cojín que iba acompañado con un hacha ceremonial, aquella aparición   inundó la estancia de un silencio mucho más terrorífico que las palabras hirientes que se pudieran escuchar de aquella niña
Con risas discordantes la reina, se abrió el escote y puso el collar en su cuello; pero entonces todos los presentes espantados pudieron contemplar  que aquel bello collar cambiaba de color para convertirse en una horrible y gran tortuga de color granate y ojos de un intenso color azul, que se adhirió al cuello de aquella niña, en ese instante las paredes empezaron a temblar cuando se oyó una voz que era como u trueno; esa joya no te pertenece y, a propósito.
 ¿Quién te ha dado el permiso para que te sientes en un trono que no te pertenece?
Pues solo yo, que ostento el título de Faraón  de el alto y bajo Egipto puedo ocupar ese lugar.
¿Acaso también  ignorabas a quién pertenece esta joya?
 pues me pertenece a mí y, sabes perfectamente mi nombre, soy  Hatshepsut, hija del faraón Tumosis y de su gran esposa real Ahmes, mis padres gobernaron en el antiguo Egipto. Mi padre me regaló este collar para que formara parte de mi ajuar, y así quedar cómo testimonio en el mundo y, en el origen de los tiempos.
Tú has roto el orden que mi padre creó, por lo tanto esta joya sólo pertenece a mi ajuar funerario, pero como has dado muestras de que te gusta mucho, te doy la oportunidad de que puedas  llevarla para toda la eternidad, puesto que para eso fue diseñada, tienes mi permiso para que te postres al pie de mi tumba y se cumpla con ello mi deseo y, así, ya no tendrás más oportunidad de usurpar a nadie.
  Pero si sólo soy una niña, lloraba para conseguir el propósito de no ser castigada, pero, aquella voz le mandó callar, tu nunca has sido una niña, sólo eres sencillamente la perdición del que te conoce, ahora, debes tener muy presente de que nuestra civilización siempre fue muy estricta con las reglas a seguir, por lo tanto, desde hoy te toca  aguantar una eternidad acompañada por un gran dolor por tu parte.
 Este collar que robaste de mi morada eterna con artimañas, por cierto, creo que son muy parecidas a las que son habituales en este remoto siglo,¿ sabes que me dejas, no digo un poco, si, no, mucho, muchísimo consternado? 
Por cierto, ¿Quién te instruyó para que pudieras perpetrar  semejante hurto?
 ¿Habías olvidado acaso que en nuestra civilización  nadie puede lucir una joya que no haya  sido diseñada en exclusividad para aquella a la que fue concebida?
Eladio, comenta en voz baja, es solo una niña.
Entonces dijo Matilde, no, es un monstruo, nunca te fíes de las falsas apariencias.
Pero ¿Quién te contrató para hacer ese trabajo?-- dijo Matilde-- Eladio avergonzado, contestó, fue a través de Internet.
 Y ¿Aceptas así cómo así un trabajo que no sabes  de donde procede?

Poco después los dos amigos se vieron envueltos en un mundo lleno de penumbras por donde comenzaron a caminar con pasos perdidos, así anduvieron tanto que ni ellos mismos supieron a donde se dirigían, ni cómo comenzar de nuevo la búsqueda  de  cómo dar caza a los hipotéticos culpables de unos  crímenes que habían  quedado sin resolver.



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