Se sienta en aquel trono que al hacerlo, mostró qué
carecía del lógico candor que posee una niña, sus gestos eran duros pero sabía cómo demostrar que sabía hacerse obedecer.
Eladio mira a Matilde y, con gestos le pregunta ¿tienes tú el collar? Pero Eladio no pareció entender ese gesto, y entonces es cuando Matilde le hace directamente la pregunta.
Pero poco después Eladio le responde con otra pregunta ¿Lo tienes tú? Eladio miraba en esos momentos a la reina, uno de su escolta, se para ante
él y con la mirada fija en el trono ¿Dónde debo buscar mi señora? –dijo obedeciendo órdenes--
Que se baje los pantalones
deseo ver sus piernas ¿Si es eso lo que desea su majestad? La mirada malévola
de aquella criatura les hizo temblar, pero cuando el lacayo desabrocha el
cinturón del pantalón y, antes de que cayera al suelo, el collar hizo su
aparición en el salón, reposaba en un cojín que iba acompañado con un hacha
ceremonial, aquella aparición inundó la estancia de un silencio mucho más
terrorífico que las palabras hirientes que se pudieran escuchar de aquella niña
Con risas discordantes la reina, se abrió el escote y puso el
collar en su cuello; pero entonces todos los presentes espantados pudieron
contemplar que aquel bello collar
cambiaba de color para convertirse en una horrible y gran tortuga de color
granate y ojos de un intenso color azul, que se adhirió al cuello de aquella niña,
en ese instante las paredes empezaron a temblar cuando se oyó una voz que era como u trueno; esa joya
no te pertenece y, a propósito.
¿Quién te ha dado el permiso para que te
sientes en un trono que no te pertenece?
Pues solo yo, que ostento el título de
Faraón de el alto y bajo Egipto puedo ocupar
ese lugar.
¿Acaso también ignorabas a
quién pertenece esta joya?
pues me pertenece a mí y, sabes perfectamente mi
nombre, soy Hatshepsut, hija del faraón
Tumosis y de su gran esposa real Ahmes, mis padres gobernaron en el antiguo
Egipto. Mi padre me regaló este collar para que formara parte de mi ajuar, y
así quedar cómo testimonio en el mundo y, en el origen de los tiempos.
Tú has roto el orden que mi padre creó, por lo tanto esta
joya sólo pertenece a mi ajuar funerario, pero como has dado muestras de que te
gusta mucho, te doy la oportunidad de que puedas llevarla para toda la eternidad, puesto que para eso fue diseñada, tienes mi permiso para que te postres al pie
de mi tumba y se cumpla con ello mi deseo y,
así, ya no tendrás más oportunidad de usurpar a nadie.
Pero si sólo soy una
niña, lloraba para conseguir el propósito de no ser castigada, pero, aquella
voz le mandó callar, tu nunca has sido una niña, sólo eres sencillamente la
perdición del que te conoce, ahora, debes tener muy presente de que nuestra
civilización siempre fue muy estricta con las reglas a seguir, por lo tanto,
desde hoy te toca aguantar una eternidad
acompañada por un gran dolor por tu parte.
Este collar que
robaste de mi morada eterna con artimañas, por cierto, creo que son muy
parecidas a las que son habituales en este remoto siglo,¿ sabes que me dejas,
no digo un poco, si, no, mucho, muchísimo consternado?
Por cierto, ¿Quién te
instruyó para que pudieras perpetrar semejante
hurto?
¿Habías olvidado acaso que en nuestra civilización nadie puede lucir una joya que no haya sido diseñada en exclusividad para aquella a
la que fue concebida?
Eladio, comenta en voz baja, es solo una niña.
Entonces dijo Matilde, no, es un monstruo, nunca te fíes de
las falsas apariencias.
Pero ¿Quién te contrató para hacer ese trabajo?-- dijo Matilde-- Eladio avergonzado, contestó, fue a través
de Internet.
Y ¿Aceptas así cómo así un trabajo que no sabes de donde procede?
Poco después los dos amigos se vieron envueltos en un mundo
lleno de penumbras por donde comenzaron a caminar con pasos perdidos, así
anduvieron tanto que ni ellos mismos supieron a donde se dirigían, ni cómo comenzar de nuevo la búsqueda de cómo dar caza a los hipotéticos culpables de
unos crímenes que habían quedado sin resolver.


No hay comentarios :
Publicar un comentario