AMNESIA
Aquella mañana
de una primavera incipiente, Anna se levantó de la cama con un desasosiego y un
amargo sabor en la boca desconocido para ella, el sueño que aquella noche había
tenido hizo que sintiera en su pecho un
grito de alarma, con la mano en la boca, confusa, abre la ventana de su alcoba,
su cara se relaja al recibir los primeros rayos de sol, como siempre solía
hacer cada mañana, mira el gran parque que tenía ante su casa, el verdor de la hierba
aún parecía dormir soñando con un día espléndido.
De repente y
desconociendo el motivo, se alarma cuando se percata de que había cinco hombres
armados con picos y cómo peinaban aquella
parte del parque que se encontraba justo frente a su ventana. Anna se queda
mirándolos, su cuerpo se estremece cuando recuerda que aquella misma noche
había soñado con aquellos hombres, se queda pensativa mientras los ve levantar
y clavar con ahínco una y otra vez los picos para levantar la hierba crecida y
húmeda, aquellos hombres parecían estar buscando algo que estuviera allí
enterrado.
Anna intrigada
no se aparta de la ventana necesitaba saber qué era lo que buscaban aquellos
hombres, uno de ellos señala uno de los árboles que parecía estar maltratado
por los orines de los perros, nada más clavar en uno de ellos el pico, el árbol
cae al suelo pues se veía seco; un
silbido del que parecía el jefe, hace que los obreros se acerquen a él raudos
acudiendo a su llamada; Anna supuso de que eran los componentes de una
cuadrilla de trabajo, cuando se acercan, una vez todos juntos parecían hablar algo entre ellos, poco después, los
cuatro siguen con la inspección de la zona dando al terreno picotazos como
posesos.
El que cree
Anna que puede ser el jefe, habla por teléfono, mientras parece estudiar con
detenimiento el esqueleto del árbol caído. Los perros que por allí paseaban al
olisquear aquel entorno, se deshacen de las correas con los que se encontraban
encadenados por sus amos, y salen corriendo hacia el lugar donde se encontraba
el árbol caído, el hombre que se hallaba cavando, levanta la vista del suelo,
se asusta ante la invasión canina, intenta azuzarlos para que se vayan de su
lado, que al no ser obedecido, empezó a dar con furia golpes al aire, pero los
perros no parecían querer irse de allí, de pronto uno de estos perros empezó a
cavar con sus garras la tierra como un poseso, algo debió detectar con su olfato, porque
los demás caninos empezaron a ladrar con suma agresividad, el hombre, llama al
resto de sus compañeros para que acudieran en su ayuda.
Anna desde su
ventana ve atónita aparecer cómo si fuera el cuento de Amelín, aparecieron corriendo hacia el hombre cientos
de gatos que, parecían un ejército en posición de ataque. Anna no se mueve de
la ventana, todo lo que está viviendo le parece un sueño de muy mal gusto; una
sirena a todo gas anuncia que se acercaba, era un coche de bomberos, que para
justo frente a su ventana, entonces pudo ver que los hombres que bajaron con
movimientos sincronizados en unos segundos acordonan el área donde se
encontraban los perros y los gatos; poco después aquellos hombres que habían
estado peinando aquella parte del parque, fueron evacuados en sendas camillas
tapados con mantas que parecían desde su otero de amianto.
Otra sirena irrumpe
de nuevo en la avenida que, curiosamente se hallaba deshabitada a aquellas
horas de la mañana, también aparca frente a su ventana, todos los que bajaron
de aquel vehículo estaban enfundados en monos azules y enmascarados, en unos
segundos se diseminan con rapidez por toda la avenida, dando órdenes de que se
cerraran puertas y ventanas. Anna ante esta orden, cierra la ventana, pero, una
vez cerrada, vio con asombro, que una de las baldas de la persiana se
encontraba partida, dándole la oportunidad de poder seguir mirando por la
ranura. Algo importante estaba pasando ante tanto movimiento ¿Qué estaba
sucediendo? mientras ella seguía desde su otero vigilando cómo si fuera una espía.
Poco después aparece un nuevo coche que a Anna
le pareció extrañamente familiar a pesar
de tener el techo cubierto de antenas, que al dirigir su mirada hacia el techo éste
se encontraba cubierto con barras de acero y cables, que a Anna le pareció que
irradiaban luces verdes transparentes; mientras tanto de ese vehículo se bajan
tres hombres vestidos con monos blancos y enormes máscaras que le daban el
aspecto de astronautas, segundos después, con una enorme manguera fumigan el
área, quedando a los perros y a los gatos inmóviles como si hubieran sido
anestesiados, minutos después con toda precisión son metidos los animales en la furgoneta, desapareciendo inmediatamente con la alarma
puesta a todo gas.
Pero algo
sospechoso llamó la atención de Anna, el vehículo de las antenas no se había
movido desde que lo aparcaron. De repente pudo ver, cómo aquellas antenas que se
encontraban en el techo de aquel coche, empezó a iluminar la zona con luces de
un intenso color verde, inundando con su fulgor en uno segundos el parque y la
avenida.
Más tarde, Anna no supo cómo sucedió pero se vio
de repente sentada encima de la cama, aun se encontraba en camisón, se mira, no parecía tener consciencia de lo que había
pasado mientras había estado mirando tras la ventana, pero tampoco supo por qué, en un impulso se levanta, y sube
de nuevo la persiana, mira a la calle, pero tan sólo pudo ver que, donde antes hubo un
parterre, ahora en ese lugar se mostraba una capa negruzca de tierra que
parecía cubrir un socavón, Anna pensó de que allí no parecía haber habido nada
que fuera sospechoso ni de que hubiera sucedido nada especial aquella mañana, pues
tan sólo podía ver unos cuantos metros de tierra removida, pero eso no era
suficiente para que ella se convenciera de que allí había sucedido algo anormal
pues de pronto apareció un ejército de hombres protegidos con algo
parecido a las escafandras que se usan en caso de emergencias, que se pusieron
a inspeccionar aquella pequeña área del parque.
Anna cuando se
retira de la ventana se mira al espejo de su tocador, se toca la cara… ¿Estaría
sufriendo alucinaciones sobre lo que había visto aquella mañana? pues en su cabeza parecía estar todo
demasiado confuso; pues allí frente a
ella en el momentos que de nuevo se asoma a la ventana, alucinada, comprueba
que todo seguía igual, entonces mira con detenimiento, aquel árbol famélico y
seco que seguía en el suelo…ya ni siquiera podía creer que hubieran sido los jardineros los que habían estado hurgando en aquel trozo de jardín, pues
tan sólo habían dejado –que para ella era una evidencia-- un trozo de tierra
negruzca, en un impulso –piensa—que quizás la tierra pudiera aclararme lo que
creyó ver, pues empezaba a dudar que fuera sido cierto lo que había visto
aquella misma mañana.
SEGUIRA...
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