martes, 26 de diciembre de 2023

Ante la ignorancia mejor es decir NO

ANTE  LA IGNORANCIA,  ES  MEJOR  DECIR  NO

 

 

Aquella mañana, Anna rompe por primera vez la norma que se había impuesto antes de comenzar a trabajar de interventora en uno de los bancos más prestigiosos de Cáceres por su volumen de clientes, puesto que su lema era el de  no levantarse antes de las diez de la mañana, pero aquel día se despertó más temprano de lo habitual, a pesar de haber vivido una semana de frenesí. Todo comenzó desde el día que conoció en la peluquería a una chica llamada Piluca, esta chica no supo cómo la contagio de su vitalidad pues la introdujo en fiestas nocturnas que ella desconocía.

Anna sale a la calle al alba cuando el pavimento de las calles  aún se encontraba húmedo por el rocío,  en los albores del amanecer era perceptible como desprendía del asfalto un vaho que hacía misteriosa la calle desprendiendo una neblina gélida.

La noche anterior Anna estuvo atenazada por unos terribles sueños tan tenebrosos que la introdujeron en algo parecido a vivir en las tinieblas que llegaron a soliviantarla, tanto, que, necesitó con urgencia ir a la iglesia. Una vez en la calle y con la humedad pegada al chaquetón de lana, se dirige con paso ligero a la iglesia de Santiago el Mayor, empuja la pesada puerta que se encontraba entornada, al entrar, su cuerpo tembló, el recinto sagrado se encontraba solitario, en penumbra, se dirige hacia la capilla donde se encuentra Jesús de Nazareno, sus pasos al caminar hacen un eco estremecedor al encontrarse el recinto vacío, de pronto siente frío y, mira de soslayo buscando con la mirada otras capillas por si había algún devoto, pero no había nadie, solo se encontraba ella, entonces nota cómo una sombra parece pasar fugaz junto a ella, que al querer seguirla con la mirada desaparece cómo si quisiera burlarse de ella.

Se arrodilla ante el Cristo, que la mira entristecido, ella le pide misericordia por los pecados cometidos, aún y a pesar de no tener constancia de cuales pudieran ser en realidad sus pecados. De repente su oración fue interrumpida al abrirse una hoja de la puerta de entrada, que al ser tan pesada chirrea  produciendo un estruendo al chocar con la pared de granito, al mismo tiempo, que entraba en la iglesia una fuerte ráfaga de viento que abrió de par en par la puerta bruscamente, haciendo cimbrearse  la lámpara que se hallaba colgando en medio de la nave de la iglesia, que  en esos momentos  alumbraba con una luz  mortecina.

Anna ante esta situación, pierde el hilo de la oración, nunca hasta entonces había sentido tanto miedo en un recinto sagrado y, decide salir del templo, ya en la calle, recuerda la cita que tenía con su amiga Piluca para desayunar. Mientras camina, empezó a encontrarse mal, y pensó que quizás había perdido la fe pues nunca había sentido nada semejante en una iglesia y mucho menos para tener que abandonar sus oraciones. Comino de la Ciudad Monumental, piensa en la cara de Jesús que era de sufrimiento, y que sin saber el motivo salió de la capilla corriendo cómo una cobarde, no se reconocía, pues Él sólo Él podía ampararla ante la desolación que estaba padeciendo.

 Anna no recordaba haber pecado, eso la desconcierta, y, recuerda  si aquel sueño extraño había sido eso, sólo un mal sueño. Con esta horrible duda llega al punto de encuentro donde se había citado con su “amiga” cuando entra en el zaguán del palacio Carvajal, al entrar en el atrio, ve cómo desde lo alto de las escaleras se encontraba Piluca, que al verla baja las escaleras con gesto altivo, Anna al encontrarse a su altura, notó algo raro en su mirada, una mirada que carecía de bondad, entonces se asusta y, piensa, que motivos podía tener para haberla  citado allí.

Y en esos  momentos  se percata que en el centro del atrio, se encontraba un perol donde había un par de ojos que desprendían una mortecina luz roja, Anna ante la sorpresa quiso gritar, pero no pudo, allí se estaba produciendo algo sobrenatural que parecía transcender a la brutalidad.

Mira a su amiga detenidamente y, observa que las manos de su “amiga” eran dos garras similar a las que tienen los osos polares, ante esta visión reacciona, corre  hacia la puerta, pero un hombre con cuerpo de mono le intercepta el paso, Anna cree que aquella situación era rocambolesca, algo estaba pasando en su cerebro que no entendía, no podía ser verdad lo que le estaba pasando, pero Piluca parecía insistir en convencerla de algo que ella no comprendía.

De pronto el atrio se llena con una legión de seres amorfos, parecían seres inhumanos los que irrumpen en el espacio, estos seres la rodean, Anna cree no tener escapatoria, se encontraba perdida en un mundo que no era el suyo, Piluca se acerca a ella con una reluciente bandeja de plata en las manos que contenía pequeños montoncitos de  una sustancia similar a la harina por donde empezaron a salir pequeños gusanos negros, entonces Piluca le exige  que pruebe esa sustancia diciéndole es “gratis” insistiendo mientras de su boca salía una sonrisa malévola. Anna sin entender bien que quiere de ella, se niega a probarla, uno de aquellos seres la amenaza con un látigo como si fuera un domador de circo.

Anna en aquellos momentos recuerda la Faz de Cristo Nazareno, lo invoca, y, algo grande sucedió porque de repente todos  aquellos seres desaparecieron, y entonces notó cómo una mano cálida la toma de su mano infundiéndole con su cálido contacto el valor que necesitaba para salir de allí, conduciéndola de regreso a su casa.

Cuando llega a casa, se encuentra a su madre sentada en la cocina, parecía gemir, al verla le preguntó con dulzura ¿dormiste mejor anoche? Anna se acaricia la mano que aún olía a un sublime perfume de amor que se había impregnado en su piel. Entonces tuvo una visión, aquella mano fue la que la guio hasta  sacarla de aquel infierno.

Después de aquel sobresalto, sabía que lo que le había ocurrido no era normal, y pensó que aquellas pesadillas que estaba padeciendo desde que hizo amistad con Piluca, pudiera ser que fuera normal padecerlas ya que aquellos sueños y pesadillas que estaba padeciendo podía ser algo mucho peor, aunque no llegaba a discernir si lo que le aterraba le sucedía cuando se encontraba dormida o despierta.

Madre e hija se abrazan, poco después se encaminan hacia la iglesia, allí y como siempre la estaba esperando en su sencilla capilla Jesús de Nazareno, que había cambiado su semblante agónico por una dulce sonrisa.

Porque a su lado se encontraba una de sus ovejas que estuvo a punto de descarriarse.

Nunca más volvió a ver a “su amiga Piluca”.

Nunca te confíes de una amiga que te hace padecer pesadillas.


 

 




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