lunes, 6 de mayo de 2024

Cuando despierta la bestia 2º Parte


Poco después el encuentro se produjo en una pequeña placita solitaria de la periferia, allí en un todoterreno la esperaba un hombre que parecía poco locuaz.

Después de montar en el vehículo, empezó a sentirse incómoda, arrepentida de haber tomado aquella precipitada decisión.

Habían rodado unos cuantos kilómetros, alejándose cada vez más de la población cuando el cielo empezó a cubrirse, unas terribles nubes grises se apoderaron del cielo construyendo un techo oscuro y amenazante. Anna se atreve a preguntar ¿estamos llegando? pero el hombre no parece haber oído la pregunta, sólo la mira mientras se encajaba los auriculares en las orejas.

Anna ya no se siente segura, deseaba salir cuanto antes de aquel coche que parecía asfixiarla, el chofer no le hacía recordar de quien se podía tratar. En un viraje brusco se desvían hacia un camino terroso, a unos kilómetros, y después de un insufrible traqueteo, pudo divisar un llano donde un helicóptero parecía esperarlos. A pie del aparato, tres personas la saludan, suben todos al helicóptero, este se pone en marcha.

Cuando la tarde empezaba a declinar, Anna se pone  alerta por si podía captar algo entre sus acompañantes, pues necesitaba sólo un gesto, tal vez una sonrisa que le pudiera dar una pista a su desorientación, pero  no percibió nada, aquella gente parecía hipnotizada, y ella había perdido la noción del tiempo. Poco después se dio cuenta de que no había probado bocado desde que salió de su apartamento.

Aquel cielo, al carecer de luna hizo que la noche fuera presa de una oscuridad tenebrosa, los relámpagos que  parecían venir de una lejana montaña se hicieron cómplices de su desasosiego, pues resplandecían cegando a los ocupantes del aparato.

Ya llevaban dos horas navegando por el centro de las más altas oscuridades cuando el piloto por primera vez vuelve la vista hacia ella, sus miradas se cruzaron, la mirada del hombre a Anna le causo una impresión escalofriante, aun así, se atrevió a preguntar ¿Dónde nos encontrábamos? El silencio fue la respuesta. De repente empezaron a descender para poco después aterrizar en un llano sembrado de maíz, descienden los ocupantes, todos en silencio mientras el helicóptero levanta el vuelo para minutos después desaparecer en el horizonte.

Anna se encuentra desolada cuando ante aquella situación recapacita y cree saber, pero demasiado tarde el motivo por el cual, ha sido invitada a aquella cata.

¿Qué motivos oscuros la indujeron a aceptar?

¿Era acaso una llamada urgente de su conciencia, que le pedía dejar de comercializar, con la salud de los consumidores?

Cuando Anna mira a su alrededor, se encontraban en medio del campo bajo un techo enorme   de nubes amenazantes, alguien en esos momentos con voz seca, ordena a los que viajaron en el helicóptero que recojan del suelo cada uno de ellos una mochila, que se hallaban alineadas en el suelo. Todos obedientes se la ponen a la espalda, Anna sigue sin comprender de que va todo aquello que le estaba resultando ser una broma pesada, aún no había logrado que ninguno de los “invitados” abriera la boca para decir algo, aunque fuera una incongruencia, pues necesitaba saber cuál de ellos tenía acento gallego.

Alguien ordena que comiencen a caminar, entonces algo extraño se produce en el ambiente, pues todos comenzaron a andar dóciles como autómatas, adentrándose por una estrecha senda flanqueada por arbustos punzantes, era tal la oscuridad reinante, que en su caminar sólo podía distinguir las siluetas difuminadas de sus compañeros de viaje.



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