Y entonces dedujo que El Bosco antes de pintar
el cuadro que le daría su mayor fama, el artista cambió la forma de ver las
cosas y como un poseso empezó de manera compulsiva a adquirir reliquias de
Santos llegando a acaparar todas las que estaban a su alcance. Este hecho le
hizo aún más especial, tanto, que cuando comenzó a pintar el cuadro de El
Jardín de Las Delicias, no sólo se recrea en la pintura, sino que vuelca en la
tabla toda su imaginación de hombre insatisfecho de anhelos frustrados que al mezclarlos con los
sentimientos encontrados de miedo le hace pensar que siente un gran temor ante
la vida y la muerte. No le deja de atormentar este sentimiento pero a pesar de
tanto desasosiego continuó investigando en lo más profundo de su ser y no dudó
en cuanto tuvo la oportunidad de introducirse en el oscuro y misterioso mundo
de la alquimia.
Anna
no cree mirar el cuadro que tiene ante ella como cualquier turista, lo que estaba
analizando en su mente era El Jardín de las Delicias y sentía que la vida que
vivió aquel pintor era semejante a la suya, una vida que, desde que decidió
vivir en aquella casa, estaba llena de contradicciones.
El
Bosco—sigue Anna con sus elucubraciones—era un ser raro donde los haya, se hizo
construir un laboratorio destinado a
fabricar oro con productos químicos que nunca se llegó a saber si lo
pudo conseguir.
Mientras
pintaba solía dar rienda suelta a su fantástica
imaginación, hasta tal punto que cuando llegaba a lo más álgido de su creación
pensaba en el Monasterio del Escorial y en su construcción por estar enclavada
en una tierra de secretos geográficos, en el cual después de haber hecho
algunas cábalas sobre esta parcela, sacó
la conclusión de que se había ubicado en la misma puerta del infierno. Significándolo
de manera especial en su cuadro diciéndonos con su pintura que aquel lugar
guarda en sus entrañas el fuego eterno del infierno donde las almas pecadoras
arden para toda la eternidad.
El
pintor, según imaginaba Anna no dejaba de hacer sus elucubraciones sobre el
enigmático monumento arquitectónico, pues después de hacer algunas pesquisas, llegó a
saber que esta construcción había coincidido “casualmente” justo con la
destrucción del Templo de Salomón, el Templo más sagrado de la cristiandad.
En
esos momentos el grupo de turistas es guiado hacia otra galería, de repente el
ambiente en aquellas galerías se estaba haciendo insoportable, enrarecido, intranquilizando
a los turistas. Por uno de los muchos vanos que se prodigan en las paredes del
recinto, uno de ellos de improviso se abre y por aquel hueco que interrumpe y parte con brusquedad del muro se
abre una oquedad que da paso a un túnel oscuro y lúgubre de donde salían los
ladridos de un perro, que paulatinamente se iban convirtiendo en aullidos
lastimosos. Ante estos sonidos los
turistas corren espantados refugiándose en una de las estancias que también se
encontraba a oscuras.
De
pronto de las paredes empezó a emanar un hedor intenso a cianuro, todos
aterrados retroceden, no querían permanecer ni un minuto más en aquel lugar,
pero de repente la sala se convirtió en un pasadizo por donde los aullidos de
los perros se hacían más y más audibles.
Alguien
con una voz que parecía salir de ultratumba, comentó en voz alta:
—
¡Salgamos de aquí!
Mientras,
su cuerpo se agitaba y de su boca empezaron a salir sonidos que intentaban
parecer palabras.
En
medio de aquella delirante situación, se pudo oír una voz ronca cómo un trueno
que dijo:
— El
ruido que estamos escuchando no es casual, es el que hace el Cancerbero; el
monstruo maldito que protege el Averno.
Entonces
un enorme animal peludo se asomó por uno de los vados cabeceando mientras
enseñaba los colmillos grandes y afilados.
De
repente aparece un hombre que tapa con su enorme cuerpo la puerta de salida,
estaba vestido de negro, tan sólo miraba sin decir nada.
Sin
duda, los que allí se encontraban pensaron que estaban viviendo una pesadilla.
Entonces Anna quiso creer que quizás El Bosco vivió una pesadilla similar la
cual le inspiró a pintar en el cuadro situaciones idílicas que supo unir con
magnetismo a las imágenes desinhibidas con respecto al sexo.
¿Acaso
estaba mandando un mensaje donde el desenfreno no lleva a nada bueno?
¿Y por qué esa obsesión con el infierno?
Continuará...
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