Pero
Anna nunca llegó a saber el entramado o chanchullo de aquella herencia para que llegara a ser
propiedad de su familia.
A
pesar de haber sido todo dentro de la legalidad, seguía habiendo algo confuso que
Anna no llegaba a descifrar, sin duda todo aquello había sido perfectamente
calculado esperando tal vez a que llegara el momento oportuno para que se
hiciese uso de ella.
Los
recuerdos se pierden en el laberinto del camino, quizás por esa razón Anna no
volvió a recordar que un día estuvo allí
disfrutando de un jardín exuberante y que nunca se le ocurrió pensar que
alguien cada día lo tenía que regar para que aquel jardín hermoso y misterioso
pudiera mantener su lozanía.
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