Anna aquel día se movía como gato
encerrado por su apartamento, estaba irritable, se sentía con la moral por el
suelo algo inusual en ella debido a su carácter dominante.
Ese amanecer, al despertar percibió
en su cuerpo una extraña sensación y quiso auto convencerse de que tal vez
aquel día le faltaba motivación para realizar cualquier tarea.
Decidida se dirigió a la cocina,
enchufó la cafetera cómo cada mañana solía hacer. Cuando fue avisada por el
pitido insistente de la cafetera que el café estaba hecho, se estremece
inexplicablemente, llena la taza de café, se sienta y percibe con agrado su
humeante aroma, entonces empezaron a desfilar por su mente pasajes
desagradables, los culpables de que aquella noche fuera diferente a cualquier
noche, pues había tenido uno de los sueños
más agitados que jamás hubiera podido imaginar.
Ante estas evocaciones las piernas
le empezaron a temblar, los latidos del corazón se le aceleraron, se vio
tendida sobre una piedra plana.
Y era ese sueño motivado por la caída
fortuita que sufrió en aquel pozo cuando
se desvió unos metros de los componentes de la expedición.
¿Sería tal vez esa la razón de su
desasosiego?
Pero, tan sólo fue un percance…Se
asusta, no recordaba cómo había sido rescatada.
Ante esos flashes en su memoria
Anna siente una convulsión que le absorbe la energía y si todo lo que le pasó
fue la consecuencia de la obsesión que siempre tuvo por penetrar en las entrañas
de la tierra. En esa caída —pensó— debí dar
con algo oculto, pero no podía recordar nada. ¿Y si la caída la
llevó hasta la misma puerta de Hades? Se
asusta de nuevo ante estos pensamientos, aterrada desea desechar de su mente aquel sueño que se había
convertido en una horrible pesadilla.
Se asoma a la ventana, necesitaba
con urgencia que la brisa de la mañana acariciara su rostro para que pudiera
seguir respirando.
Hasta aquella noche no había vuelto
a recordar nada, aquel día que formó
parte de aquella expedición que un grupo de amigos organizaron en la selva
venezolana. Anna, cuando se inscribió para participar en aquella aventura,
ignoraba de dónde le venía esa
necesidad incontrolada de
explorar las entrañas de la tierra. Pero no encontraba ningún motivo que se lo
aclarara. ¿Estaría escondido entre los pliegues de su memoria? Contrariada ante
lo incomprensible de este fallo en su memoria, dio un manotazo a la taza que cayó al suelo, no sin antes emitir un
gemido de animal herido.
Por unos momentos se encuentra
perdida, intenta recomponer sus ideas y al no conseguir ningún resultado,
decide salir a la calle. Sale del apartamento sin rumbo fijo, deambula por la
calle, que era una calle cualquiera que desembocaba en una plaza cualquiera.
Anna, que había estudiado geología en esos
momentos se dio cuenta de la importancia que tiene el estudiar los
entresijos de una materia para después
saber utilizar esos conocimientos para beneficio de la comunidad.
Se encontraba en la barrera de los treinta años y aún no había conseguido
trabajar en algo que le satisficiera y a la vez que fuera lo suficientemente
remunerado cómo para vivir a la manera que siempre le gustó vivir. Ella se
sentía orgullosa de su físico que le daba el aspecto de jovencita, influyendo en ello las exageradas minifaldas
que dejaban al descubierto unas largas y
flacas piernas de adolescente; todo agitado como un cóctel, daba como resultado
una mujer libre y desenfadada que
siempre lograba los objetivos que se proponía.
Caminaba pensativa, ajena a las
miradas masculinas, su deambular la
condujo hacia una avenida que se encontraba concurrida, atravesó la calzada y
frente a ella se encontró una terraza de verano, vio que estaba libre uno de
los veladores y pensó que era un buen sitio para huronear a todo el que pasara
frente a ella.
Pide al camarero un refresco de
limón, mientras da el primer sorbo, sonríe para sí, sin duda era una
privilegiada pues se sentía viva, mientras miraba a las gentes que pasaban ante
ella, de repente se le antojó que pudieran ser esclavos, autómatas, al carecer
sus caras de expresión debido quizás al
ser obligados a acatar las órdenes de un ser invisible e implacable.
Continuará...
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