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sábado, 10 de diciembre de 2011

La herencia (III Parte y final)

El corazón y comencé la disertación, como saben todos ustedes, ya se puede hacer una operación con videoendoscopio, una pequeña cámara de precisión nos hace manejar el bisturí pudiéndose ver la operación con exactitud.
Después de mi disertación que resulto con gran éxito, encontré una Nanni en una prestigiosa revista de demandas de empleo, era hispana de Colombia llamada Antonia que acepto el trabajo de buen grado para cuidar a mi falso hijo. Todo marchaba sobre ruedas después de tanta angustia.
Una mañana al entrar en el hospital veo mucho revuelo las enfermeras y cirujanos se movían con rapidez por los pasillos cerca de los quirófanos, había una emergencia por el movimiento del personal debía ser alguien muy especial.
Entre en la sala de vestuario para ponerme la bata, y el segundo de cirugía se dirigió a mi para darme ordenes pues me esperaban con urgencia en el quirófano numero tres para una intervención urgente.
Me vestí con rapidez y entro en la sala de desinfección mientras me dan el diagnostico del paciente todos me miraban con cara de circunstancias, miro a uno de los que me miraban así y pidiendo una explicación, me dijo el anestesista ya ha hecho su trabajo solo te esperábamos a ti. Con precisión empecé la operación.
Fueron cinco horas interminables, el paciente no parecía haber cuidado mucho su salud, pero mi habilidad como cirujano era la perfecta en estos casos, decían que mis manos hacían a veces milagros.
Cuando finalizo la operación todo parece ser un éxito. Mientras la enfermera de quirófano espera que el paciente se recupere de la anestesia un estertor convulsivo hacia sonar la alarma, de nuevo el paciente es metido en el quirófano, el diagnostico –fallecimiento a las- catorce horas -.
Todos los que intervinieron en la operación salieron asustados del quirófano, pregunte, desconcertado por saber de donde venia la intranquilidad y me quede atónito al saber el motivo del desconcierto sanitario –era capo de la droga -, y había muerto en mis manos. Ahora la gran familia mafiosa me pediría explicaciones. El corazón se me acelero dejando mis brazos y piernas sin fuerzas. También supe en esos momentos que el fallecido era el padre del bebe que yo tenía en mi casa, los nervios me retorcieron las entrañas. Alguien dice esta gente es muy peligrosa va a por todas, ya tenían con seguridad mi nombre puesto en su lista negra.
Por la noche llego a mi casa y esta está vacía y toda alborotada todos los libros por el suelo y el ordenador en el suelo roto, se veía claramente que había habido un registro ¿pero qué buscaban?. Llamo con ansiedad a Antonia pero nadie me contesta estaba solo y el bebe había desaparecido.- Me invade una tremenda angustia.-
Salgo de la casa y enloquecido voy a casa de Eloisa, su puerta esta abierta, con estupor veo que ella tampoco esta en la casa y el apartamento esta igual de revuelto que el mío. Ya no se si siento terror o pánico porque un sentimiento extraño se ha apoderado de mi.
-No se adonde ir -.Deambulo por las calles solitarias, entro en una cafetería, y me doy cuenta que no había comido nada desde el desayuna de la mañana, me siento en lo alto de un incómodo taburete y pido un sándwich de carne, cuando me estoy llevando el bocado a la boca veo por el espejo que hay frente a mi, al mismo hombre que un día vi. En el parque cuando estaba con el bebe. El bocado se me atraganta y antes de que hiciera un gesto para bajarme del taburete, dos hombres me ponen sus manos en mis hombros quedándome paralizado –eres el medico que ha operado a Carlos-.Mi voz tembló de terror y dije con monosílabos ¡si¡, una sonrisa desagradable apareció en la cara del mas alto, y dándome una palmada en la espalda, me dijo con sarcasmo –has hecho un gran trabajo – nos has evitado muchos problemas…Pero en medio de aquel modo de hablar y después del torbellino vivido, sentí una terrible cólera y estuve a punto de decirles, iros a la mierda –hijos de puta -.
Pero me limite a mirar con una falsa sonrisa. Salí de la cafetería. Mi cabeza me repetía una y otra vez mi prestigio desde ahora estará en entredicho. Y me entro una profunda desesperación.
Mientras bajaba las mugrientas escaleras de metro sin llevar rumbo fijo pues solo quería que mis pensamientos dejaran de torturarme.
Voy de nuevo al hospital y me dirijo a la zona de seguridad donde tengo aparcado mi coche. Era asombroso lo que veían mis cansados ojos, un hermoso lazo de color rojo lucia en el techo de mi coche, de mi frente prelavan gotas de sudor, igual que resbalan por la mascarilla en una operación difícil.
En ese instante descubrí como puede cambiar la vida en unos instantes.
Eloisa no daba señales de vida, no cogía el teléfono desde el día que le pedí que me ayudara con el bebe, estaba claro que ya no quería nada conmigo, mi desolación era completa. El jefe de sección de cirugía empezó a preocuparse por mi comportamiento ante los pacientes, mi carácter cambió por completo haciéndome un huraño insoportable, la eficacia de la que siempre había hecho gala parecía haber desaparecido Desde que ella no quiso saber nada de mi comprendí que era lo mejor que me había ocurrido en la vida.
En una operación normal y de las que no surgen complicaciones, me Cinti mal anémicamente y tubo que terminar la intervención el cirujano adjunto...
Mas tarde paseo sin rumbo cargado de desolación por una calle repleta de gente. En una cafetería de lujo y tras los cristales veo a Eloisa, su cara desprendía felicidad, su acompañante tenía sus manos entrelazadas con las suyas. De la sorpresa me quedé extasiado durante unos minutos sin reaccionar. Cuando ella cruzo su mirada con la mía desaparecí a toda prisa calle abajo. Decido irme de Nueva York el teléfono dejo de sonar, nadie me llamaba para impartir conferencias. En el hospital me dieron una baja indefinida por no estar en condiciones de volver a operar.
Tumbado en el sofá del apartamento suena la puerta, dudo en abrir, con desgana abro la puerta, y ante mi estaba una Antonia sonriente con el bebe,-yo abro la boca como un pez en una pecera cogiendo oxigeno.- lo deposito en mis brazos, y emocionado besé su carita sonriente. Antonia me da las gracias, ese niño era el hijo de su hermana y que gracias a mi el estaba vivo.
Cuando los despido apoyado en el quicio de la puerta y mientras veo como se alejan hacia el ascensor, tomo la decisión de volver a mi casa de España.
Ahora tumbado en la cama de la habitación de mi casa Cacereña, sueño con las cosas que he vivido en este maravilloso palacio. Siendo un niño siempre me gusto descubrir nuevas habitaciones que para mi estaban vedadas. Pero había una puerta que siempre me intrigó y hasta llego a obsesionarme ahora que soy responsable de mis actos decido explorarla. Detrás de una tupida cortina de terciopelo color granate y al lado de un cuadro de tamaño considerable de un hombre vestido de canónigo con un enorme anillo en la mano derecha me llama la atención, lo toco por casualidad y, la magia se hace realidad una puerta se abre ante mis ojos veo un largo corredor interior, que lleva a una estrecha escalera de caracol, en mi ansiedad por saber, me fijo en detalles de mi recorrido, las paredes pintadas de color salmón estaban descascarilladas, el pasa manos de la escalera estaba cubierto por un espeso polvo y había en el ambiente un denso olor a humedad a sitio cerrado.
Doblando a la derecha otra escalera aparece ante mi, sigo avanzando y subo, de repente me sobrecogen amenazantes golpes retóricos sobre mi cabeza, es el reloj de la torre de la iglesia que sonaba, en ese mismo instante en el corazón se me mezclaron círculos de sangre donde se cuajan los misterios de encuentros y desencuentros, de las vivencias de otras épocas.
Inmóvil, me siento en la fría y sucia escalera hasta poner mis liadas ideas en orden. La escalera sube mas arriba hasta la torre del homenaje, el panorama desde allí puede ser interesante, pero no me atrevo a subir.
El corazón me aletea desesperado, el terror contrae mi estómago, resecando mi garganta y haciendo temblar mis piernas. De pronto se abre ante mí una alta y ancha puerta de madera adornada con tachuelas oxidadas por el tiempo. La empujo y veo con sorpresa que estoy en otro palacio y lanzo un histérico grito.
Oigo pasos… parecen acercarse, pero al instante desaparecen tras una puerta oculta tras un espejo rococó, estoy asustado y apunto de perder la razón,-dentro de esa habitación está mi padre vestido con uniforme del ejercito, dando órdenes tras una mesa de despacho a tres hombres también uniformados.
En la pared tras su sillón hay un retrato de mi padre con la reina Isabel La Católica.
Me pellizco los brazos… y no estoy muerto, mi padre vive.
Juana al oír los gritos ahogados que salían de mi garganta trémula entra en mi habitación y con complacencia me da una taza de chocolate caliente, me repongo en unos minutos de las sensaciones vividas, y veo como una sombra alargada recorre el breve trayecto que hay desde mi habitación hasta la biblioteca.
Una sonrisa forzada sale de la boca de Juana.
Lo complejo se vuelve simple cuando se puede ver o tocar.

sábado, 3 de diciembre de 2011

La herencia (II Parte)

Paseando una preciosa mañana con el cielo azul exultante y temperatura agradable por la calle cincuenta y seis, vi ante mi aterrorizado como un coche de lujo negro con los cristales tintados abatía sin piedad a una mujer que llevaba un bebe en sus brazos. El terror me paralizo, las piernas me temblaban hasta el punto de tener que apoyarme en una sucia y desconchada farola, cuando reaccioné, fui hacia la herida y poniéndole mis dedos temblorosos sobre la carótida diagnostique su fallecimiento. Una bala le había partido la vena femoral en dos muriendo en unos minutos desangrada. El bebe que llevaba en sus brazos tenia sus ojos abiertos como pidiendo ayuda, sin emitir ningún sonido.
La gente pasaba de largo por la calle mirando el espectáculo de soslayo. Fueron momentos que la razón desapareció de mi mente no sabia que hacer estaba solo ante una mujer abatida a tiros para mi desconocida y había un bebe que me pedía que lo protegiera con su inocente mirada.
En un impulso arrebate de los brazos inerte de la mujer al bebe que se aferro a mi cuello con todas sus escasas fuerzas.
Me dirijo al hospital y pido a una residente pediatra haga un reconocimiento exhaustivo al bebe, siendo el diagnostico favorable. Cuando tuve de nuevo al bebe en mis brazos y viendo que nadie me pedía explicaciones, me lo lleve consigo a mi apartamento.
Aquella noche no pude dormir la terrible escena aparecía una y otra vez en mi pensamiento martirizándome, ahora tenía a un bebe que era para mi un desconocido bajo mi protección.
Por la mañana temprano me acerco al quiosco de prensa mas próximo a mi casa y lo repaso con detenimiento hasta encontrar lo que buscaba, en una escueta nota estaba la noticia. Una mujer de mediana edad había sido abatida en la calle cincuenta y seis en un ajuste de cuentas.
Se buscaba a un hombre joven que había desaparecido con el bebe de la victima. Siendo este el hijo de un importante capo de la droga colombiana.
Ese día llame al hospital aludiendo que había tenido fiebre muy alta durante la noche y no me encontraba acto para operar, por no encontrarme al cien por cien en mis facultades.
El bebe me sonreía…yo no sabia que hacer, después de leer la noticia en el periódico aumentaba mas mi intranquilidad.
Las tardes de mayo son espléndidas en Nueva York, el sol lucía en todo su esplendor, y decidí dar un paseo con el bebé por un parque cercano a mi apartamento. Con el bebé en brazos me senté en un banco, siempre intranquilo, por no saber que decisión tomar, cuando observe tras un robusto árbol a un hombre vestido de negro con unas enormes gafas oscuras tapando sus siniestros ojos que me observa distraído tras un periódico.
Con el bebé en brazos salgo del parque precipitadamente y pido un taxi a gritos que al instante acude a mi servicio, le doy la dirección del hotel Excelsior en la quinta avenida.
Entro directamente a la cafetería del hotel y pido un vaso de leche templada, el camarero me mira con desconfianza, brindándose para hacer el un biberón con leche de lactante. Yo no puedo fiarme de nadie todo me parece sospechoso desde que vi al hombre de negro en el parque.
Pido solo la leche y un refresco para mi, el bebe que aproximadamente tendría once meses, se bebió la leche en un instante demostrando que tenia mucha hambre. Poco después se quedó dormido plácidamente en mis brazos.
Yo no llegue a probar el refresco.
Salgo de nuevo ala calle para pedir otro taxi, como si fiera un fugitivo, y cuando estoy saliendo del hotel en la puerta giratoria veo al individuo que vi en el parque esta vez acompañado por otro hombre, ellos no me ven por no coincidir el la misma puerta de salida.
Me subo al taxi de un salto y le doy la dirección de mi novia. Eloisa una mujer atractiva y sin ganas de complicarse la vida,- joven como yo - por estar en un momento de pleno éxito en su profesión. No había un simposium ni tertulia que no la llamaran pues en su materia era sin duda una gran experta, las universidades empezaron a conocerla y aplicar sus métodos docentes revolucionarios, siendo la culpable de que las matemáticas fuera una de las asignaturas de moda.
Cuando estoy ante ella le cuento lo sucedido al ver la cara de extrañeza al verme con un bebé en brazos. Me pidió con frialdad que llevara el bebe a la policía pero yo pensaba que era demasiado tarde y muy difícil de explicar sabiendo de donde procedía el bebe. No conseguí convencerla para que me ayudara, se negó rotundamente.
Salí de su casa desolado, el estomago se me encogió como si quisiera estrangularme. Nunca pensé en la respuesta negativa de Eloisa.
Ya en mi casa estoy sentado en mi salón y siento que me invade un gran desasosiego, fríamente pienso que me he metido en un callejón sin salida.
Llamo a la portera de mi edificio y le propongo cuidar al bebé dándole un suculento honorario, que cuide del niño mientras yo me encuentre ausente por mi trabajo en el hospital. M e sorprendió que aceptara sin hacer preguntas, y al día siguiente intranquilo me voy a trabajar. Ya en el hospital no puedo concentrarme mis firmes manos tiemblan sin poderlo evitar.
Desde el mirador del quirófano veo como el Dr. Justin hace una operación sencilla para mí. Cuando termina dirige la mirada hacia arriba y mirándome a mí, con un gesto me pide que lo espere, una vez juntos me pregunta si estaba para mi bien hecho lo de la fibrilación dentro del abdomen del paciente antes de suturar. L o mire con cara de despiste, -no había prestado atención a la operación. El Dr. con prepotencia y desaire dio la media vuelta quedándome desconcertado.
Un prestigioso medico compatriota de Cangas de Onís, se acerco a mi visiblemente preocupado preguntándome qué me pasaba y yo no supe que decir, solo mi cara desprendió una sonrisa vacía. Los demás médicos empezaron a susurrar a mis espaldas.
Llego a casa con precipitación la portera me esperaba para decirme que no podía quedarse ningún día mas con el bebe, le ofrecí el doble, le suplique, pero ella no acepto diciéndome que no quería problemas.
Encontré una guardería para que lo cuidaran mientras yo preparaba mi disertación pero tenia que darles la afiliación del bebe, una angustia me estrangulo la garganta hasta que oí que solo lo podía quedar unas horas.
Esa semana estaba siendo muy complicada, tenia que dar una conferencia en el Ateneo sobre cardiología que era mi especialidad. El auditorio estaba a rebosar, mi fama de buen cardiólogo había llegado mas lejos de lo que yo pensaba. Cuando subí al estrado los asistentes se pusieron en pie aplaudiendo mi entrada a modo de bienvenida.

.............. continuará...

martes, 29 de noviembre de 2011

La herencia (I Parte)

En Abril las mañanas de Extremadura, son alegres, luminosas y muy especiales para pasear, por su clima cálido y su sol transparente
Ahora me encuentro en Cáceres, donde nací y viví mi niñez junto a mi numerosa familia.
Hoy paseo por el parque de Cánovas evocando tiempos pasados, respirando el aroma floral de sus jardines. A los pies de la estatua del insigne Salmantino-Extremeño de adopción Gabriel y Galán. Un joven dormita tendido en el suelo en el mullido césped, vestido a la última moda juvenil, con media cabeza rapada y la otra media enredada en tirabuzones enmarañados como cuerdas deshilachadas, exhibiendo su ropa interior estampada como si fuera un cinturón de piel.
Después de un placentero paseo matinal me dirijo a mi casa, entro por el arco de la Estrella, una de las entradas principales de la Ciudad Monumental del Cáceres antiguo.
Atravieso la plaza de Sta. María, y desde allí, miro con arrobo mi casa como si acabara de descubrirla, y extasiado ante su maravillosa fachada de estilo plateresco rematada en su corona con una espectacular puntilla.
Mi casa palacio fue herencia de mis antepasados que fueron hombres Hidalgos.
Miro hacia el norte y luce con orgullo su matacán como si esperara algún ataque Almohade. Esta misma fachada exhibe múltiples balcones que hacen de la calle a la que se asoman un cansino ascenso lleno de hermosura.
Empujo la pesada puerta de mi casa señorial y la de más antiguo abolengo en la época de Isabel La Católica. Atravieso el zaguán y abro con suavidad la enrejada puerta de hierro que guarda el patio, entro y miro sus enormes arcos de estilo Peristilo. En el centro un pozo duerme el sueño de los justos quedando solo para dar frescor al recién llegado en las tardes calurosas de hastió, que rodeado de grandes macetones con plantas de pilistras lo hacen un conjunto muy acogedor.
Subo las escaleras de piedra de granito hasta el primer piso es un precioso claustro, decorado con ricos muebles antiguos y bellos tapices en las paredes.
Entro en la habitación de mi anciana madre las paredes de sus aposentos están tapizadas con ricas telas de raso estampadas con rosas de color carmesí y estando repletas de cuadros de la época blanco-oscuro. En una pequeña mesa de ébano una fotografía de mis padres del día de su boda. Unas pisadas se acercan a la puerta, una doncella entra y deposita junto a mi madre un frasco de píldoras y un vaso de agua. Después de estar con ella unos minutos, le doy un beso en la frente y la dejo seguir observando desde su mirador la sierra de La Mosca, donde se encuentra el Santuario de la patrona la Virgen de la Montaña.
Me dirijo a mi habitación y la miro como si fuera la primera vez, nunca había reparado en las cosas que tenía y que había atesorado en mi niñez.
Cojo un pequeño cochecito de madera y estaño, una lágrima se escapó de mis ojos resbalando hasta mojar el juguete. En la pared un armario empotrado con puertas de acristaladas a cuarterones están todos los juguetes que tanta ilusión dieron a mi vida.
L a orla de estudiante universitaria, estaba colgada de la pared con matrícula de honor.
Siempre pensé que la facultad de medicina había reconocido mi esfuerzo premiándome con matrícula de honor, el mayor galardón que se puede dar a un estudiante. Me miro las manos y me tiemblan.
Me tumbo encima de la cama y repaso mi vida cuando aun cuento cuarenta años.
En la facultad de medicina de Salamanca siempre fui un alumno de los más destacados, mi porvenir estaba asegurado como cirujano y además era el primer miembro de mi familia que estudiaba una carrera y yo me sentía orgulloso por ello, mis hermanos estaban acostumbrados a vivir de las rentas.
Todo en la facultad para mi fue fantástico llegando a conocer a una joven gaditana, alta graciosa y tremendamente bella que era tan brillante como yo pero en matemáticas. Primero nos conocimos como amigos formando parte de una intelectual pandilla, mas tarde nos hicimos novios, siendo nuestro amor dulce y sosegado como una melodía. Eloisa era la mujer perfecta para un medico.
Llego el día soñado en el que terminamos las carreras los dos el mismo año y decidimos irnos a Nueva York para especializarnos en nuestras respectivas materias.
El comienzo no pudo ser mejor aunque cada uno vivía en diferentes apartamentos por estar nuestros trabajos en diferentes estados.
Nos veíamos siempre que nuestra apretada agenda nos lo permitía, hablando por teléfono cada hora, así fue como aceptamos nuestra nueva forma de amarnos.
Yo empecé a trabajar en el hospital Monte Sinaí Ella en la universidad de Columbia.
Yo Iñigo de Zuluaga y Caleros de la Sierra me especialice en cardiología, durante los cursos que realice, solo recibía felicitaciones de mis compañeros y profesores, en una clase donde dábamos practicas el profesor me pidió hacer un diagnostico sobre un enfermo terminal siendo para mi un éxito apoteósico, diagnosticándole algo que ninguno supo ver, se trataba de una arteriopatia cerebral autosónica dominante con infartos subcorticales y arteriosclerosis.
El enfermo aunque muy deteriorado con mi tratamiento logre que viviera unos mases más lo suficiente para ver y conocer a su primer nieto.
Fui el primero en operar con la técnica de mínima invasión, haciendo de este modo que el paciente se recupere antes.
Maneje con agilidad el bisturí observando las imágenes del videoendoscopio que se reproduce en la pantalla. Mas tarde di muchas conferencias, ya me consideraban en mi profesión como un fuera de serie.
Eloisa mi novia empezó como yo a cosechar éxitos muy pronto empezó a dar conferencias y la llamaban cariñosamente Eudicles, por ser el que descubriera las matemáticas, la materia que goza de un prestigio indiscutible –aunque también sea la culpable de muchos fracasos escolares que vienen de no saber razonarlas-.
Sus clases en la Universidad de Columbia eran amenas ágiles y actas, por lo tanto más constructivas y aprovechando con naturalidad la potencia de la tecnología informática que se le brindaba.


............... continuará ...