viernes, 29 de noviembre de 2024


FELIZ NAVIDAD

 

 

Llegó la Noche Buena, una celebración católica familiar: Son las doce de la noche, y después de una suculenta cena, los niños en casa de la abuela no paran de saltar de un lado para otro, mientras los hijos charlan, la abuela cansada sugiere a los niños que es la hora de ir a la cama, pero ante tanta protesta de los pequeños, la abuela se sienta en una silla al pie de las camas, y para calmarlos decide contarles un cuento, pero no sin antes advertirles que se había tomado una pastilla para dormir.

Entonces y ante las miradas expectantes de los niños, se le ocurre algo mucho mejor que un insulso cuento, y les propone hacer algo que siempre soñó y nunca se atrevió a hacer; coje el móvil y con dedos ágiles pulsa varios teléfonos y hace algunas llamadas; minutos después les dijo a sus nietos: coged las bufandas, los gorros y los guantes, abrigaos bien que nos vamos al mercadillo Navideño.

Los niños al oír esta propuesta locos de contentos, y sin apenas hacer ruido se visten, mientras la abuela saca del baúl unas botas altas de mosquiteros de tacón alto y, una sugerente minifalda olvidada, se abriga con un jersey de  lana ajustado al cuerpo, y todos juntos salieron de la casa sin hacer ruido.

Mientras los padres de los niños tomaban champán, charlaban y reían con los chistes que contaba el más gracioso.

En esos momentos a la abuela y a los nietos, en la puerta  les esperaba una carroza de luces que los llevaría a un mundo de ilusiones.

Cuando llegan al mercadillo los niños se dispersan y disfrutan de los juguetes cantando villancicos, mientras tanto la abuela se reúne con su grupo de amigas para bailar al son de las melodías que les brindaba el genuino Elvis Presley, que cantaba como nunca para sus incondicionales el rock de la cárcel…. Todo el mundo en la prisión, se pusieron a bailar el rock.

Era el amanecer cuando la abuela con sus nietos, regresaron a la casa familiar, y extrañados  los padres de los niños ven que junto a la abuela estaban dormidos. Ignorando que, los durmientes habían vivido una noche mágica que nunca borrarían de sus mentes, pues habían recibido un regalo del Universo, un regalo que nunca  olvidareis, la abuela a su regreso a casa les dijo; habéis de saber que el mañana no existe, nunca perdáis el tiempo en algo que no deseéis, vivid el presente, y si creéis que no se puede, soñad, soñad mucho, vestid vuestros cuerpos de colores, caminad con alas de ilusiones,  pues la vida es solo un sueño que cada día debemos hacerlo realidad, no lo dejéis pasar.

La Noche Buena es una noche de amor, y de buena voluntad.

FELIZ 2025

 

TERESA 




lunes, 22 de julio de 2024

¿Tenemos derecho a reflexionar?


¿TENEMOS DERECHO A REFLEXIONAR?

 

Amalia, mujer solitaria desde que abandonó el ministerio en el que prestaba sus servicios como asesora, se encontraba en su apartamento situado en uno de los barrios cacereños más elitista.

El atardecer asomaba por el Oeste dejando asomar con timidez los primeros rayos de sol, Amalia desde su ventana miraba con desagrado al estar convencida de que los demonios que tenía dentro la estaban acosando haciendo que viviera en un purgatorio de oscuridad, y humedades, donde falta el oxígeno.

Desecha sus pensamientos, y se acerca al perchero, coge una chaqueta y el bolso, se dirige a la calle, se adentra por el parque de Cánovas, lo encuentra silencioso, misterioso, dónde los árboles al parecer parecían estáticos, sin vida, los caños que mantienen el estanque en movimiento con su chorro de agua, se encuentran inactivos, entonces pensó, que el silencio podía llegar a ser mucho más aterrador que un grito de socorro.

De pronto cree percibir como si unos pasos la estuvieran siguiendo; ante esta sensación, Amalia nota que avanza con dificultad, las piernas parecían no querer obedecerle, y casi sin apenas aliento toma asiento en uno de los bancos del parque, que al ser de hierro nota al sentarse un frio desagradable.

Levanta la vista hacia el kiosco de la música, y sabe que se encuentra incapaz de pensar que era lo que le estaba pasando, los temores que le dominan le impiden ver las primeras luces del amanecer.

¿Estaría siendo manipulada por alguno de tantos fenómenos paranormales?

Entonces comenzó a sentir cómo algo extraño, que le hizo pensar que se encontraba dentro de un mundo lleno de misterios, de esos que se nos presentan como si fuera un mundo fascinante pero que al contarlo nadie lo creería, y pensó ¿Qué va a ser de mi actual vida?

¿Sé acaso algo de este asunto relacionado con el misterio? Mientras seguía preguntándose ¿Se puede acaso por una alucinación abandonar una regalada vida?

De pronto y antes de que aparecieran los primeros rayos de sol por el oeste, pudo oír una voz que le hablaba, soy la sombra, esa que no puedes ver pero que nunca te abandona, pero no temas, por el momento no pretendo que sufras un infarto.

Poco después Amalia regresaba a su apartamento; la calle comenzaba a tener vida, pero ella no parecía la misma, intuía que se encontraba dentro de un futuro incierto, al encontrarse el mundo en guerras que siempre se producen por conseguir el poder, siendo para cualquier ciudadano difícil de mantener un equilibrio cada vez más complicado.

¿Acaso es ese el misterio que nos envuelve hasta dejarnos exhaustos?

¿Sabemos acaso dónde nos puede llevar este descontento ciudadano que nos esta haciendo ser cada vez menos empáticos con nuestros congéneres?

¿Se ha perdido la esencia en la humanidad?

¿Es autentico el infierno que describe Dante en su novela y que vislumbramos como  una  realidad palpable?

¿Tiene futuro la humanidad ante unos gobernantes manipuladores y ambiciosos?

Amalia se siente descorazonada ante tanta ignominia por unos cuantos que en sus alucinaciones se creen dioses.

Suena el teléfono, lo coge, y con desgana contesta, diga, al otro lado del hilo, soy Adela, un silencio prolongado hace que Adela insistiera; ¿acaso no sabes quién soy?

El silencio para Adela al otro lado del hilo telefónico se hace insoportable, por favor contesta soy tu hermana, Amalia sin apenas poder articular palabra contesta, si sé quien eres, la que puede sacarme de este infierno en el que me encuentro perdida.

¿Sucede algo?

No te preocupes son cosas mías.

Entonces puedes venir a conocer a tu nueva sobrina.

Amalia ante esta noticia solo pudo decir, entonces tenemos que movernos el mundo entero para que los sátrapas dejen de gobernar las naciones, pues esta niña y otras muchas como ella, se merecen contemplar cada día un cielo azul y ver cómo cada noche las estrellas del cielo iluminan sus sueños, esos que con la paz se pueden hacer realidad, desechando con vigor a los manipuladores para que esta generación no conozca la terrible tragedia de las guerras.

 

 



sábado, 13 de julio de 2024




LO QUE EL MUNDO ESCONDE

 

A menudo nos encontramos en situaciones que nos hacen pensar; puede que sea el poder de la imaginación, pues en según qué momento se despierta haciéndolo de tal manera que nos hace  vivir unos momentos, quizás horas, que es cuando se apodera de nosotros una intranquilidad no deseada, al ser algo que se encuentra inherente en la naturaleza humana, pues sin apenas darnos cuenta puede ponernos en una situación no buscada que hasta puede hacer alterar  nuestro destino, efecto que parece transformarnos mientras estamos viviendo esta situación, pero sin llegar a prever que en cualquier instante una mañana cualquiera, puede cambiar el rumbo de nuestras vidas.

Yo, para los que me conocen soy una de esas personas las cuales se me puede definir de tener una imaginación desbordante.

Transcurría una de tantas mañanas que decidí acompañar a mi amiga al médico, pues no se encontraba bien; en estos momentos en que cuento este relato, me encontraba en la sala de espera sola, esperando que apareciera mi amiga después de que le hiciera la visita el médico; de repente, y como si hubieran sido llamados apareció una ingente multitud, tanto que aquella sala me pareció similar a la parada del autobús,  todos esperaban ser llamados a consulta, uno a  uno todos fueron llamados entrando en la sala de consulta, mientras tanto para mí la espera en soledad se me estaba haciendo insoportable

Yo seguía esperando a que  mi amiga  saliera de la consulta pues hacía más de una hora que había sido requerida por la enfermera, el tiempo pasaba, y no sabía que podía haberle pasado, entonces  pude comprobar que todos los pacientes entraban  pero que  nadie salía, este pensamiento me intranquilizó, me levanto para llamar a la puerta del consultorio, lo hice suavemente para no molestar, pero nadie contestó, intrigada me siento de nuevo, mientras me invadía la impaciencia que unida a la incertidumbre me hizo pensar… ¿y si existe otra puerta por la cual salen los pacientes? Pero no podía ser posible, me encontraba en una institución seria de prestigio, de nuevo me levanto, paseo, en aquella sala estaba sola, de pronto me doy cuenta de que todo estaba en silencio, un silencio sepulcral; me impaciento, los nervios sin mi permiso comenzaron a dominarme, vuelvo a llamar a la puerta, silencio absoluto; salgo al pasillo, y este se encontraba desierto, vuelvo a sentarme, cuando pude oír un gemido de dolor que parecía salir de la pared que tenía frente a mí; el miedo me paraliza, no puedo mover ni un solo músculo de mi cuerpo, tampoco puedo articular palabra, entonces me doy cuenta que necesitaba gritar para pedir ayuda ¿Qué estaba pasando? Pero cuando estaba a punto de en un estado de histerismo, la puerta de la consulta se abre, y ante mí aparece el galeno con su bata blanca, manchada de sangre, que dirigiéndose a mí, me dijo, ya puede pasar, me quedé mirándolo  hasta que pude decir yo no soy su paciente, he venido para acompañar a mi amiga, que por cierto aún no ha salido, y estoy preocupada, lleva más de dos horas dentro y no sé que es lo que le pasa; el galeno dio unos pasos hasta ponerse junto a mí, y cogiéndome de un brazo hizo que entrara en la consulta, entonces pude apreciar que sus ojos eran como dos diminutos puntos de luz.

Una vez dentro me esperaban dos forzudas enfermeras, las cuales  hicieron que me echara en una camilla, mientras el galeno seguía frente a mí mirándome, fijamente, sin decir nada, entonces, con un gesto suyo las enfermeras empujaron la camilla hasta adentrarme por un oscuro y largo pasillo donde sólo había un diminuto punto de luz casi imperceptibles para el ojo humano,   mientras tanto yo no podía creer lo que me estaba pasando.

Entonces y antes de llegar a aquel punto de luz que denunciaba el final del recorrido, de pronto se dejó oír una voz potente que dijo, “alto” están todos detenidos.

En unos segundos aquel pasillo tenebroso se llenó de policías cargados de metralletas, yo ante aquel espectáculo seguía echada en la camilla sin saber qué hacer, pues parecía estar viviendo una situación rocambolesca.

En esos momentos el que parecía ser el jefe de aquella brigada, se acercó a mí, y con voz autoritaria me dijo, ¿te han inyectado algo? Pero yo no contesté, hasta que pude articulas palabra para decir que por el momento no me habían hecho nada.

Entonces -dijo—levántese y siga a mi compañero, yo obedecí.

Una vez me encontré en la comisaría, el comisario me hizo esta pregunta ¿Cuantos estuvisteis ayer en la cena homenaje al Dr Borneo? Lo miro, no sabía de qué me estaba hablando, no entendía nada ni porqué estaba allí, entonces me dijo, enséñame el brazo, no ese no, el otro, ¿Tampoco sabias que en el brazo tienes tatuado el símbolo de los alquimistas.

Me miro el brazo, y entonces recordé que había asistido a una cena de la que resulto fue salvaje y donde se pierde el control, también recordé que a la salida de aquella cena iba mareada y me puse delante de un coche por el cual fui atropellada.

Este pensamiento hizo que retumbara en mi cabeza, tanto que me hizo abrir los ojos; y creo que entonces sonreí; este simple gesto hizo que los allí presentes rompieran a aplaudir  al igual que se aplaude a un conferenciante después de su alocución.

Y fue cuando supe que puede haber vida después de la muerte, pues todos pensaban que había muerto, también supe que todo lo que había soñado había sido algo que tenía aún por vivir, al ser de alguna manera un reflejo de lo que está por llegar, para ocupar un vacío que en cualquier momento tenemos que llenar.

Y de esta manera fue cuando por primera vez en mi vida sentí cómo me liberaba   de un lastre que me había mantenido presa, y que al fin podía surcar los cielos cual pájaro en libertad.

La alquimia había hecho su trabajo…

TERESA

domingo, 30 de junio de 2024

Un día de nieve


 

Aquella mañana, al asomarme a la ventana vi unos suaves y lentos copos que caían sobre Madrid tiñendo de blanco las calles y las avenidas; salgo de mi casa para ir a la oficina, me dirijo a desayunar, entro en la churrería de siempre que se encuentra a unos metros de donde trabajo, mojo el churro en el café y, a través del cristal miro hacia la calle como si fuera la primera vez que veía el ir y venir de la gente que caminaba apresuradamente por la acera, tomo el último sorbo de café, sin llegar a apurar el contenido de la taza, me encontraba un poco inquieta sin tener motivo aparente, pago, y cuando me dispongo a salir un hombre se interpone entre la puerta y mi cuerpo, yo lo miro con una mirada glacial al recibir el golpe que me propinó en la cadera con el portafolios que llevaba en la mano, él me obsequia con una sonrisa angelical que me heló la sangre.

No sabía de quién se trataba, pero ante su actitud creí entender que pretendía algo raro  y salí impactada de aquel encontronazo.

Una vez fuera  de la churrería y ante la imposibilidad de ir caminando, no siendo mi calzado el adecuado, subo a un taxi que en esos momentos paraba junto a donde me encontraba,  que me lleva a mi trabajo, cuando poco después entro en mi despacho  donde presto mis servicios cómo administrativa en el ministerio de cultura; miro la mesa y, como siempre, una pila de informe esperaban mí revisión, con desgana cuelgo el abrigo en el perchero, saco la agenda de mi bolso  donde tengo los números de teléfono que puedo necesitar.

Mi estado de ánimo al encontrarse bajo mínimos me hace trabajar sin descanso hasta las once, la hora que suelo hacer un receso en el trabajo para tomar café; como siempre entro en la cafetería más próxima, pero antes de entrar me lo pienso mejor y decido ir a otra cafetería  necesitaba caminar unos metros para despejar mi mente, pero cuando pido un café con tostadas al camarero, veo a aquel hombre que de nuevo me mira,  clavando su mirada angelical en mi persona; sin llegar a tomarme el café, salgo de la cafetería precipitadamente, mientras observo por la cristalera, que me miraba sonriendo, era cómo si me conociera de toda la vida.

Corro como una exhalación en la sede de mi trabajo sin mirar atrás, cuando entro en el ascensor donde se encontraban dos chicas jóvenes que al verme tan excitada, me preguntan si necesitaba ayuda ¡Nada, contesté lacónica y muerta de miedo!

Poco después y cuando me encuentro sentada ante mi mesa de trabajo, cojo la agenda que tenía encima de la mesa, busco un número de teléfono, marco, al otro lado del hilo una voz masculina me tranquiliza, cuelgo después de haber mantenido una conversación insulsa, y así esperé con ansiedad a que terminara la jornada.

Cuando llego a mi casa sigo encontrándome inquieta, la jornada había sido muy dura, empeorando la situación aquel hombre extraño que parecía estar siguiéndome a todas partes, mi instinto parecía alertarme  que ese hombre buscaba algo de mí.

Me encuentro sin apetito, me echo en el sofá, al atardecer me tomo un vaso de leche y una madalena, me acuesto, el sueño parece abandonarme, suena el teléfono, no lo cojo, no quería hablar con nadie, pero vuelve a insistir, entonces lo desconecto, y me involucro en la difícil tarea de dormir.

A la mañana siguiente, al asomarme a la ventana descubro con mal humor de que seguía nevando, el ir a  trabajar caminando se hacía una tarea difícil, llamo a un taxi ya que los autobuses urbanos sus paradas quedan lejos de mi caca, mientras me voy  acercando  a la oficina, pienso en la monotonía diaria, necesitaba caminar para despejarme, el ir en taxi a trabajar me causaba un gran trastorno pues no podía entrar en la churrería de siempre para desayunar. Al no haber desayunado, a  las once de la mañana  el estómago empezó a protestar y tuve que salir a tomarme un café, entro en la  cafetería cercana a la oficina  vacilante, y en una mesa estaba él, mi corazón se me encogió de ansiedad “quien era aquel hombre” ¿Qué quería de mí? y para no estar sola me acerqué a un grupo de compañeros, entre charlas insulsas, me tomé a sorbos  el café más amargo de mi vida.

Así transcurrieron unos cuantos días, mi novio no estaba enterado de la intranquilidad que me producían los encuentros fortuitos  con aquel desconocido al encontrarse cómo siempre  de viaje, pero cada vez que nos veíamos, parecía mirarme preocupado, y siempre me preguntaba  si tenía algún problema, yo le contestaba que sólo me encontraba nerviosa por el mucho trabajo que tenía en la oficina.

Una tarde cuando llegaba a mi casa ubicada en el barrio antiguo del  Madrid de los Austrias, cuando estaba acercándome a la puerta  de mi casa, desafortunadamente para mí aquel día no hay mucho tráfico, entonces lo veo de nuevo, las piernas me empezaron a flaquear hasta el extremo de que creí que caía al suelo, el hombre se acercó a mí con soltura y, cogiéndome del brazo, me obliga a subir a un coche de color amarillo, que se encontraba aparcado justo delante de mi portal, ante esta agresión no pude gritar, pues la voz se me estranguló del pánico que sentí.

Una vez dentro del coche, y antes de dejar atrás la parte antigua, me taparon los ojos  con un antifaz, por el movimiento del coche supe qué nos encontrábamos rodando por una carretera asfaltada y sin curvas, después de una hora de recorrido que se me antojó una eternidad, se para el coche, me quitan el antifaz, yo no veía nada presa del pánico que sentía se me había nublado la vista, sólo sabía  de qué me encontraba en un lugar donde se almacenaba chatarra, pues el olor que se respiraba en aquel recinto que  era a mugre y a hierro corrosivo.

Me obligan a entrar a una nave destartalada, un hombre orondo y de aspecto huraño, me dijo sin compasión alguna, que le tenía que entregar los documentos que contenían la carpeta de mi despacho con el número 180—001 pues lo necesitaba  con urgencia, justo para el día siguiente a la hora del café, y firmados por mi jefe, ya que por mi culpa se había retrasado la fecha de la entrega, ¿De qué me estaba hablando aquel hombre?, entonces dijeron que al no saber dónde se encontraba novio y por añadir la  dificultad  de localizarlo, habían decidido que fuera ella la que les dijera donde se encontraba, haciéndome responsable del  retraso, pues sin duda yo tenía que saber dónde se encontraba, y  que si resultaba  fallido el proceso que debía tener la entrega de este documento a su debido tiempo, yo sería la que tuviera que pagar las consecuencias, porque sin estos  documento en nuestro poder  nos vemos incapacitados para agilizar este negocio que tú tienes en tu poder,  por lo tanto acata nuestras órdenes o nos veremos obligados a que acceda por otros métodos más dolorosos, no intentes que este negocio se valla al garete.

Yo no podía ni pensar ¿Qué era lo que le estaba diciendo aquel hombre seboso y repugnante? ¿Estarían preparando el secuestro de mi novio?  Mira a su alrededor colgando de una viga pude ver una soga colgando, ahogué un grito con las manos estaban preparado un asesinato. Entonces empecé estaba segura  que estaban preparando un secuestro en toda regla y,  que si yo no les complacía  todo aquello acarrearía  resultados con consecuencias  graves.

Asustada miro hacia donde apuntaba con su rechoncho dedo aquella bola de sebo y, entonces vi que allí, atado en una silla desvencijada se encontraba Alberto, lo habían secuestrado, entonces era cierto, si yo  no cumplía sus condiciones, seguro que no lo volvería a ver con vida, el me miraba con ansiedad, yo creí morir de pánico, esos delincuentes estaban dispuestos a todo con tal de salirse con las suyas, salimos de aquel mugriento almacén, dejando  a Alberto maniatado y a mí después de ponerme el antifaz, me devuelven a mi casa, una vez en mi piso, me echo en la cama, no sabía que pensar me encontraba difusa, no podía pensar, pero tampoco podía hacer lo que me pedían, aquella noche me tomé todas las bolsas de tila que tenía en casa.

Al día siguiente y, con la vigilia gravada en el rostro  llego a la oficina media hora  antes que mis compañeras, inmediatamente busco en el archivo el documento con el número 180--001  donde supuse se encontraba la solución a mi problema, miro con minuciosidad, pero ese documento no lo encuentro,  me encontraba tan excitada que no me atrevo a esparcir el contenido del archivo por la mesa para buscarlo, mis compañeras estaban a punto de llegar, los nervios se apoderan de mí, de repente aparece ante mí un papel que más que un documento parecía una nota escrita con precipitación, en ella pude leer a la atención de   Mendoza  y Gutiérrez, solo eso, lo vuelvo a leer  con más  detenimiento y un escalofrío me recorre la espina dorsal; se trataba  de un fraude de miles de euros, que se estaba perpetrando con firmas falsificadas de supuestos restauradores para sacar cuadros del Museo Central.

Esto es demasiado, yo no puedo hacerlo, me meterán en la cárcel para toda la vida en cuanto se sepa que he sido yo la que se los ha proporcionado  “no lo hago” Y se sentó espantada tras su mesa, pero se levanta de un salto cuando piensa en lo que le pudieran hacer a Alberto.

Y, si Alberto muere, seré yo la responsable de su muerte, no podré vivir con una muerte a mis espaldas, entonces los miedos y las dudas parecían querer devorarme, y una vez en sus manos el documento seguro que vendrán a por mí; excitada  volví a releer de nuevo el documento, allí además de Mendoza y de Gutiérrez  había otros apellidos que me quedaron helada.

Me encontraba tan confusa que no  supe cuando entró mi jefe en su despacho, cuando mire se encontraba hablando por teléfono, parecía estar muy excitado con su interlocutor, poco después vi cómo al asomarse a mi despacho para preguntarme una memez, miraba con sigilo los papeles que tenía en mi mesa.

En esos momentos decido hacer algo, y se me ocurre coger todos aquellos documentos para  fotocopiarlos, y entonces decidida me dirijo al departamento de registros y archivos, pido a unas de mis compañeras que me permitan hacer unas fotocopias, aludiendo que la de nuestro departamento estaban reparándola.

Aquella fotocopiadora que tenían mis compañeras era casi arcaica, a veces no imprimía bien, pero a ellos les hacía su servicio, entonces recé para que funcionara.

Con los documentos ya fotocopiados me dirijo al baño, y cuando cruzo el pasillo, algo detuvo mi excitación, una voz dijo tras de mí, hace días que no la veo, entonces lo mire cómo si fuera mi única tabla de salvación ¿Te importaría hacerme un favor? “cómo no” –me dijo emocionado—ya que yo sabía qué hacía tiempo me tiraba los tejos sin resultado alguno por mí parte--- lo que me pidas me dijo, ¿Podrías salir en un momento a entregar este sobre al notario de aquí al lado, sólo lo tienes que entregar, son documentos de la oficina, me gustaría que lo hicieras ahora mismo.

 Sí dijo risueño en diez minutos lo tiene el notario.

Poco después y en el baño, puse otra fotocopia de los documentos dentro de mis medias, antes de salir de mi trabajo, me dirijo al conserje, lo entregaste, sí por supuesto, puede mandarme lo que quiera, siempre que esté en horario de trabajo.

Vi algo en él y, entonces me atreví a decirle, con acento desenfadado, pues desde este momento te auguro que desde ahora vas a tener más trabajo conmigo, porque en el caso de que notaras que no acudo a trabajar durante tres días, te pido que no digas nada a nadie  solo acude a la policía, para decirles que es posible que me hayan raptado.

 Y los dos rieron la ocurrencia.

Poco después a la vuelta de una esquina me esperaban los secuestradores que me introducen en un todo terreno negro tintado, de nuevo me ponen el antifaz. A mi llegada a la nave y al quitarme el antifaz, noté algo raro, mis sospechas se desbocaron y grite con todas mis fuerzas, ”dónde está Alberto”, mientras tanto el tal Mendoza salía de una puerta minúscula mirándose las uñas despreciativamente. Traes lo mío, entonces me subo la falda y tiro de los documentos que se habían enganchado a propósito en el encaje de la braguita, los dos hombres que le escoltaban ante mi ademan sacaron sus pistolas.

Una vez de que Mendoza ojeara los documentos, sin resistencia desataron a Alberto, no pude ver más porque  de nuevo me vi con el antifaz puesto, después de un trecho que para mí fue agónico, nos apearon a los dos del coche, nos quitaron el antifaz, y desaparecieron, no sin antes amenazarnos de que estábamos vigilados, cualquier movimiento en falso, sería nuestra muerte.

Miramos a nuestro alrededor y, no sabíamos dónde nos encontrábamos, el paraje era desolador, el ruido de una camioneta desvencijada nos atronó con su ruido infernal, la paramos y le pedimos que nos llevara a una carretera más transitada  que nos llevara a Madrid, el hombre accedió para poco después  nos quedó  tirados en una carretera rural, y de nuevo nos encontramos perdidos, anduvimos  una, tal vez dos horas sin rumbo, mientras informaba a Alberto de lo que había tenido que hacer para que lo liberaran, no pude contarle nada más, pues sólo pensaba en la  situación tan comprometida  en la que me habían metido esos delincuentes.

Poco después de narrarle  mi relato Y de lo que había tenido que hacer aún a pesar de poner en peligro mi trabajo, Alberto no me consoló, apartó su mirada de mí, de pronto, cambió de actitud y,  cómo sui un resorte le empujara  con enorme violencia, me dijo, tenemos que huir, yo lo miré desconcertada, pero el tampoco percibió que en mi mirada se reflejaba escepticismo, pero Alberto siguió haciendo planes como si todo fuera un juego.

Por ahora  no se me ocurre el lugar exacto a donde ir, pero sí tiene que ser fuera de España. Me sorprendió que tuviera tanta agilidad mental haciendo con este gesto que aumentara mi inquietud, esa inquietud que no me había abandonado desde que firmé aquellos documentos que según mi jefe, cuando me hizo firmarlos sólo era un mero trámite burocrático.

Y seguí pensando en todo lo que me había acaecido en tan sólo unas horas, yo no sé cómo pude tener esa percepción en  esos momentos en que me encontraba usurpando aquellos documentos, y cómo tuve la valentía de ordenar al conserje que lo depositara ante un notario.

Más tarde, me hice la encontradiza con el conserje, que ajeno a lo que me pasaba charló unos minutos conmigo, alguien pronunció su nombre en esos momentos, el salió afuera del mostrador para atenderle, entonces sibilinamente aproveché ese descuido y  metí un lápiz electrónico en el cajón donde cada día pude  observar que metía  su bocadillo del desayuno.

Entonces vi el momento propicio para despedirme con un hasta luego. Ya parecía sentirme  un poco más tranquila si es que se puede estar después de haber hecho semejante fechoría, pero mi inquietud por momentos se convirtió en zozobra, ¿y si llegara en el caso que el conserje extraviara él pendray?, no podría justificar mi inocencia en ningún juzgado, yo sería culpable de todo,

Observo a Alberto y me sorprende de que a cada minuto que pasaba lo veía más tranquilo, de repente  me abrazó por la cintura y, así muy juntos seguimos caminando, una pareja de la guardia civil pasa a nuestro lado, nos preguntan, si necesitamos sus servicios, Alberto ante su presencia pareció contrariado, yo le conté la historia de lo acontecido, poco después un coche   de la benemérita nos lleva a casa.

Al día siguiente, y después de hacer mi declaración de los hechos en la comisaría y, en régimen confidencial, por ser uno de los casos que hasta no ser aclarados no se pueden divulgar siendo secreto de sumario.

Entramos en una de las oficinas, allí  nos dieron un pasaje de avión para Marsella por tiempo aún por determinar, sólo teníamos que pasar desapercibidos.  Yo me encontraba estupefacta, me están premiando por haber sido por unas horas una delincuente. Pero al parecer todo era correcto, yo no pude disimular mí alegría,  estábamos a salvo de esos delincuentes, en Marsella, no nos encontrarían.

Una noche después de una velada inolvidable con Alberto, recibo una llamada de la policía, ya hemos desmantelado el entramado de los cuadros, los hemos cogidos a todos, bueno menos a uno, pero aún no sabe que lo tenemos vigilado.

Alberto acude a la llamada del teléfono, parecía nervioso.

¿Cariño sucede algo que yo deba saber?

Yo me quedo helada, a Alberto le había cambiado la voz.

Qué, me dijo zalamero, dime ¿Quién te ha llamado?

Antes de responder, un coche de atestado acercándose a nosotros, me saludan con respeto mientras  se llevaban esposado a Alberto.

No fui capaz de obsequiarlo ni siquiera con una mirada de desprecio, pues tan sólo sentía una gran consternación.

¿Tuvo algo que ver que aquellos días nevara copiosamente en Madrid?

 




miércoles, 15 de mayo de 2024

Cuando despierta la bestia

El hombre miraba hacia donde se encontraba aquel extraño ejército de huesos vivientes, con un gesto les hace mirar hacia otro lado de la montaña, donde se encontraba un olivo centenario con ramas secas el cual conservaba  milagrosamente  la fruta  en perfecto estado esperando ser recogida. De pronto Anna siente un tremendo temblor en su cuerpo cuando las ramas de aquel olivo intentan abrazarla. El instinto de conservación le hace correr montaña abajo, el descenso  hizo acelerar aún más su loca carrera, que al ser accidentado el camino no nota que sus pies van tropezando constantemente con objetos resbaladizos y punzantes.

Cuando se encontraba cerca de la vereda que conducía a la carretera, ante ella aparece el dueño de una almazara, a la cual su empresa compraba el aceite, el hombre estaba harapiento, desnutrido, Anna se regocija, pues creyó que era su salvación.

El hombre se acerca con un vaso de aceite, la invita a beber, Anna da un paso atrás, aquel hombre que siempre creyó era pacífico la taladraba con su mirada tan profunda que parecía perdida, tras ella otra voz le dice con tono imperativo “bebe”, y el vaso de Anna se quedó a la altura de su boca sin que ella bebiera ni una sola gota.

Anna entonces comprendió que, para llegar a ser ejecutivo en una importante empresa, no era ético adulterar los productos, sólo para obtener “medallas”.

Aquellos huesos se encontraban cerca de ella, empezando a danzar a su alrededor Anna no podía creer que fuera verdad lo que estaba viviendo.

Y seguidamente apareció de nuevo aquel olivo centenario, que al acercarse la estrangula con sus secas y débiles ramas, mientras mascullaba; nadie puede adulterar los frutos del olivo, porque es tan sagrado que es destinado para ser derramado, como bendición a los cadáveres.

Anna en su agonía quiso pedir perdón por su deplorable acción, pero ni el viejo olivo, ni los huesos de las personas que bebieron el aceite adulterada, no  parecían tener compasión de ella.

Poco después se presenta una furgoneta desprendiendo un olor intenso a aceite rancia, que traslada su cuerpo hacia un cementerio nada usual, pues fue llevada a una vieja almazara abandonada, su cuerpo fue puesto bajo la piedra cilíndrica de la molienda que se encontraba mugrienta por estar en desuso, y que parecía estar preparada  para que su cuerpo fuera triturado.

La misma noche que Anna desapareció como ser viviente, una legión de huesos entró en su apartamento, demoliendo todo cuanto allí se encontraba, sin omitir las obras de arte que se encontraban manchadas por la avaricia de una joven ambiciosa.

Mientras las vecinas murmuraban tras la mirilla de las puertas cómo un ir y venir de gentes extrañas sacaban objetos. Una de las vecinas comentó a otra  al día siguiente que cuando subía en el ascensor el portero les comentó.

  Anoche en el  tercero, hubo mucho movimiento, creo que  la joven estirada que vive en ese rellano cambió de nuevo  la decoración de la casa.

 FIN




viernes, 10 de mayo de 2024

Cuando despierta la bestia 3º parte


Después de un largo trecho  caminando a ciegas, empezaba a clarear el día, fue cuando vio que se encontraban en la falda de una montaña, dónde en desigual simetría había unos escalones que en su cansina ascendencia parecían ser interminables; cuando llevaban escalado unos cien peldaños, Anna se siente desfallecer, su ritmo cardiaco se encontraba demasiado acelerado, separa unos segundos para aspirar aire, cuando de pronto se empezó a oír el chillido escalofriante de hienas, que parecían salir de cada uno de aquellos peldaños, haciendo que la continuación de aquel ascenso fuera más insoportable.

Mira a su alrededor intentando amortiguar el miedo que sentía, cuando descubre ante ella algo indescriptible, toda la montaña se encontraba salpicada de cerezos con el fruto maduro que desprendía un intenso color rojo, dando la sensación que la montaña se encontraba salpicada con gotas de sangre. Espantada, quiere pensar que todo es producto del agotamiento. Mira el suelo, aquella vereda por donde habían subido  se encontraba cubierta de huesos fósiles, fue cuando supo de donde venía aquel ruido extraño, que oyó bajo sus pies mientras caminaba, ahora lo sabía, era el extraño crepitar de huesos, entonces vio horrorizada cómo el suelo de la vereda era un osario.

Esos huesos que en su caminar iba pisando empezaron a cobrar vida, se intranquiliza, debía estar soñando ¿podía acaso, hipotéticamente hablando, que fuera posible que estuvieran resucitando criaturas muertas?

La tierra parecía temblar bajo sus pies, mientras seguía implacable el ruido del crujir de huesos. Entonces y, ante sus ojos estos seres se disponían con total normalidad  a ensamblarse, eran huesos que ante ella se mostraban jugosos mientras se iban configurando transformándose en la estructura de unos seres humanos extraños. ¿Acaso todos los componentes de esa extraña excursión estaban viendo lo mismo que ella? Se queda por unos momentos pensativa, porque al mirarlos pudo ver por su expresión que no parecían darle importancia a lo que a ella le estaba causando pavor.

Poco después pudo oír pasos que parecían seguir tras los suyos, mira hacia atrás desconfiada y, estos seres estaban allí, junto a ella, se encontraban alineados cómo un ejército disciplinado que se dirige al campo de batalla. Anna se pasa la mano por la frente que se encontraba empapada en un sudor frío, casi cadavérico, entonces supo que se encontraba perdida.

Un ruido inesperado le hace creer que había entrado en el infierno, un enjambre de insectos, negros, brillantes, de procedencia desconocida se acercaban escandalosamente hacia ellos, y encontrándose a punto de entablar una batalla imposible de poder ganar contra aquellos seres volátiles al ser numerosos; pero de momento todo cambió cuando miró hacia la dirección por donde desaparecen de repente los insectos, y fue cuando pudo ver cómo en la cima de la montaña había un hombre alto, vestido con túnica de color granate; sus ojos eran cómo dos azabache que nadaban en un cuenco de sangre. 

El efecto que este hombre causó en Anna casi le hace desvanecer, cuando minutos después coronan la cima, ve que aquel hombre se hallaba sentado en una piedra redonda que giraba con parsimonia aplastando el fruto del olivo. El ruido que hacía el jugo de la aceituna al caer en uno de los contenedores subterráneos, era tan escalofriante cómo aquel desolado lugar.

El hombre ante sus invitados parecía sentirse contento cuando  dirige la mirada hacia los recién llegados, un criado se acerca al ver la señal que aquel hombre hacía con su mano, que ordena acercarse, el criado porta una bandeja con pequeñas tazas que contenían una pequeña porción de aceite, les invita a beber, el color  del aceite era verdoso la  textura era  espesa, el sabor áspero y amargo, pero, Anna se asusta, aquel caldo no tenía el clásico olor a la aceituna recién exprimida, era otro olor, raro, pero no difícil de  identificar. Ante esta revelación, Anna siente que el mundo se hunde a sus pies, aquel aceite olía  a sangre.
SEGUIRÁ


lunes, 6 de mayo de 2024

Cuando despierta la bestia 2º Parte


Poco después el encuentro se produjo en una pequeña placita solitaria de la periferia, allí en un todoterreno la esperaba un hombre que parecía poco locuaz.

Después de montar en el vehículo, empezó a sentirse incómoda, arrepentida de haber tomado aquella precipitada decisión.

Habían rodado unos cuantos kilómetros, alejándose cada vez más de la población cuando el cielo empezó a cubrirse, unas terribles nubes grises se apoderaron del cielo construyendo un techo oscuro y amenazante. Anna se atreve a preguntar ¿estamos llegando? pero el hombre no parece haber oído la pregunta, sólo la mira mientras se encajaba los auriculares en las orejas.

Anna ya no se siente segura, deseaba salir cuanto antes de aquel coche que parecía asfixiarla, el chofer no le hacía recordar de quien se podía tratar. En un viraje brusco se desvían hacia un camino terroso, a unos kilómetros, y después de un insufrible traqueteo, pudo divisar un llano donde un helicóptero parecía esperarlos. A pie del aparato, tres personas la saludan, suben todos al helicóptero, este se pone en marcha.

Cuando la tarde empezaba a declinar, Anna se pone  alerta por si podía captar algo entre sus acompañantes, pues necesitaba sólo un gesto, tal vez una sonrisa que le pudiera dar una pista a su desorientación, pero  no percibió nada, aquella gente parecía hipnotizada, y ella había perdido la noción del tiempo. Poco después se dio cuenta de que no había probado bocado desde que salió de su apartamento.

Aquel cielo, al carecer de luna hizo que la noche fuera presa de una oscuridad tenebrosa, los relámpagos que  parecían venir de una lejana montaña se hicieron cómplices de su desasosiego, pues resplandecían cegando a los ocupantes del aparato.

Ya llevaban dos horas navegando por el centro de las más altas oscuridades cuando el piloto por primera vez vuelve la vista hacia ella, sus miradas se cruzaron, la mirada del hombre a Anna le causo una impresión escalofriante, aun así, se atrevió a preguntar ¿Dónde nos encontrábamos? El silencio fue la respuesta. De repente empezaron a descender para poco después aterrizar en un llano sembrado de maíz, descienden los ocupantes, todos en silencio mientras el helicóptero levanta el vuelo para minutos después desaparecer en el horizonte.

Anna se encuentra desolada cuando ante aquella situación recapacita y cree saber, pero demasiado tarde el motivo por el cual, ha sido invitada a aquella cata.

¿Qué motivos oscuros la indujeron a aceptar?

¿Era acaso una llamada urgente de su conciencia, que le pedía dejar de comercializar, con la salud de los consumidores?

Cuando Anna mira a su alrededor, se encontraban en medio del campo bajo un techo enorme   de nubes amenazantes, alguien en esos momentos con voz seca, ordena a los que viajaron en el helicóptero que recojan del suelo cada uno de ellos una mochila, que se hallaban alineadas en el suelo. Todos obedientes se la ponen a la espalda, Anna sigue sin comprender de que va todo aquello que le estaba resultando ser una broma pesada, aún no había logrado que ninguno de los “invitados” abriera la boca para decir algo, aunque fuera una incongruencia, pues necesitaba saber cuál de ellos tenía acento gallego.

Alguien ordena que comiencen a caminar, entonces algo extraño se produce en el ambiente, pues todos comenzaron a andar dóciles como autómatas, adentrándose por una estrecha senda flanqueada por arbustos punzantes, era tal la oscuridad reinante, que en su caminar sólo podía distinguir las siluetas difuminadas de sus compañeros de viaje.



martes, 23 de abril de 2024

Cuando resucita la Bestia


CUANDO DESPIERTA LA BESTIA

 

 

 

 

Aquella noche Anna llega más tarde de lo que le era habitual a su casa se encontraba cansada, mal humorada, el trabajo realizado aquel día no había sido todo lo fructífero que ella había deseado.

Una vez en su apartamento, cierra la puerta con el pie, seguidamente, y va directa hacia el botón del contestador cuya luz roja tintineaba con insistencia, lo mira con desgana, aquel día no le interesaba para nada los recados que aquellas llamadas gravadas podían contarle.

Mientras tanto se adentra por el pasillo camino de la alcoba para cambiarse de ropa y escucha sin interés algunas de aquellas llamadas, que casi siempre eran de las mismas personas, las cuales no le decían nada importante.

Apoyada en la pared se quitaba los zapatos. Una voz hartamente conocida para ella, le decía en tono gangoso, Anna soy Pedro ¿Cuándo puedo verte? Es urgente, clic.

Se desabrocha los botones de la blusa, se baja la cremallera de la falda, mientras, indolente  la deja caer quedándosele suspendida entre las piernas, una falda que se mostraba tan arrugada cómo en esos momentos se encontraba su alma.

De repente una voz nueva para ella le hace parar en seco, entonces escucha con atención el contestador, estaba siendo invitada por una persona que no reconocía; se acerca al contestador, al creer recordar vagamente ese acento, después de hacer un recordatorio de los días pasados, piensa que podía ser un chico gallego que le presentaron en un evento cultural. Sorprendida ese chico le estaba invitando a una cata de aceite. Después de escuchar, más de dos veces el mensaje, Anna se queda por unos momentos pensativa, al no entender el motivo de su invitación cuando solo mantuvieron entre los dos una fugaz conversación, algo que no le daba licencia para llamar a su casa ¿Quién le había dado su teléfono?

Poco después, y cuando se disponía a cenar, decide aceptar la invitación, pues necesitaba desconectar del agobiante ambiente del trabajo en el cual se encontraba atrapada. Aquella invitación podía ser su salvación, aunque fuera solo por un fin de semana.

Descuelga el teléfono, sigue las instrucciones de aquella voz metálica que salía de la centralita, que sin hacer preguntas le da el número desde donde le habían hecho la llamada, marca el número, enseguida se pone en contacto con el autor de la llamada. Después de mantener una insulsa conversación al ser dos desconocidos, quedan para el sábado de la próxima semana, la hora, 9,30 de la mañana.

Anna no supo de donde pudo sacar en esos momentos esa mística que siempre creyó que sólo la podían padecer los tontos desocupados cuando se sienten acogidos por un grupo que creyó podían superar sus expectativas de ocio. Pero a pesar de su euforia desmedida, seguía sin entender el porqué de su aceptación, pues sólo sabía sobre el aceite hacer un buen márquetin para que el producto se vendiera mejor, y también que el aceite sale de la aceituna, ante esta reflexión, Anna empezó a reír cómo hacía tiempo no hacía.

Siempre supo que lo suyo era el asfalto, las luces de neón los restaurantes caros, pues tenía que demostrar que pertenecía a la llamada élite de gerentes de empresas que deciden cómo vender los productos para que su empresa tenga mayor rentabilidad.

Cuando llegó el día señalado, le invadió la incertidumbre, no se sentía segura de querer acudir a aquella cita que denominó “a ciegas”, pues curiosamente no recordaba ni el aspecto ni tan siquiera el rostro de aquel individuo.

Aquella mañana el amanecer ya había presagiado un día espléndido, el sol parecía querer lucir sus rayos dorados  con más atrevimiento que nunca, pues su luminosidad parecía clavarse con ardiente ahínco en sus brazos mientras caminaba hacia la cita. No supo el motivo por el cual se sentía pletórica, con una sensación placentera que le dio la impresión de estar metida en cada poro de su piel, haciéndole vivir una rara y explosiva euforia desconocida hasta ese momento para ella.


SEGUIRÁ

sábado, 17 de febrero de 2024

Al otro lado del espejo.

Con los ojos bien abiertos miro la habitación escudriño alrededor para estar segura de que no soñaba, me tranquilizo, todo se encontraba en su sitio, no sobraba ni  faltaba nada, y esbozo una sonrisa, pero  de pronto sentí cómo la sonrisa  se congelaba en mis labios al no saber con exactitud si lo que estaba viviendo era tan sólo una pesadilla o una realidad.

Poco después me dirijo a la cocina me hago un café, necesitaba estar lúcida para pensar con claridad lo que me estaba pasando, me preparo unas tostadas con miel, y me siento a desayunar, pero entonces creo notar que cerca de mí se encontraba algo parecido a como si una mano misteriosa no quisiera que me llevara  las tostadas a la boca, y como si se tratara de un toque de magia, las tostadas del plato cayeron al suelo, pero en esos momentos pasó algo que me dejó atónita, sin llegar a salir de mi asombro, pues al caer las tostadas, y al contacto con el suelo, éstas  produjeron una explosión como si hubieran tenido petardos en su interior.

Todo era tan irreal que ya empecé a preocuparme. Para desconectar de todo lo que me estaba sucediendo, conecto la radio, pero tertulias, y más tertulias. Cambio de dial, todas hablaban de lo mismo, pues en ellas solo se podían escuchar palabras vacías, incoherentes, ministros que al ser preguntados por los reporteros no saben qué contestar, por otro lado periodistas sabiondos dando consejos sin saber nada de política, que para terminar todo parecía un maremágnum, donde se habla mucho y ninguno da soluciones.

Desconecto la radio, pues sin lugar a dudas todo me parecía un desatino.

¿Acaso nos encontramos todos los humanos sujetos por un hilo endeble?

No soy pesimista, pero, ¿Un dedo, simplemente un dedo, dirigido por un demente  puede llegar a acabar con un mundo que ha costado un gran esfuerzo y trabajo crearlo? Y además que muchos de estos políticos no colaboraron ni hicieron esfuerzos `para llegar hasta dónde estamos.

¿Qué está pasando para que los pueblos elijan a seres que se supone están dispuestos a gobernar sin antes preguntarles si tienen sentido  de la responsabilidad y honor hacia su pueblo?

Tampoco entiendo el por qué  se nos culpa a los de a pie por el Cambio Climático, pues de lo que quizás somos culpables, es de la forma de vivir, al contaminar los ríos con nuestra  suciedad, pues eso es una aberración en toda regla, pero no es lo que provoca el tan cacareado cambio climático, pues olvidamos todos en general que la tierra es un ser vivo, y tiene sus ciclos, y no la debemos forzar,  ya que ella sabe cómo seguir su ritmo hasta completar el ciclo que tiene marcado, eso sí, siempre que la cuidemos. Lo que no sé es por qué me he desviado, aunque creo que no… ahora recuerdo, solo quiero decir que nadie por el momento parece ser que ve más allá de las narices.  

Una mañana al despertar después de  haber pasado mucha pesadumbre no me apetecía salir de casa, me siento en mi sillón junto a la ventana con la intención de relajarme, entorno los ojos, sabía que me encontraba muy afectada por lo que estaba sucediendo, y no sé cómo pudo pasar, pero por primera vez creí descubrir por curiosidad algo que fue para mí una extraña revelación pues justo y frente a mi sillón había colgado en la pared un reloj,  me quedé mirándolo durante unos minutos, y  descubrí que sin percatarme de su función me estaba desvelando algo que quizás nunca quise ver, ni  que con su tic, tac, me estaba diciendo que él era el único  idóneo para marcar el tiempo, y que el tiempo que él marcaba era implacable y constante, pues sabía con maestría cómo arrojar de sí los minutos con sus latidos, diciéndonos en cada uno de esos minutos y segundos que hace pasar, que el tiempo que se pierde no vuelve, y que no dejemos para más tarde lo que se pueda hacerse en el momento,  porque el hoy es ahora, ya que la historia se escribe con cada segundo que pasa, por lo tanto no dejemos de que se apodere de nosotros  aquello que nos hace creer  en la entidad de que somos seres pasivos ante las adversidades de otras personas, pues siempre existen y han existido medios para poder atajar los males que provoca el hombre, contra otros hombres.

 Pero ¿acaso nunca llegamos a pensar en lo que puede suponer para cualquier ciudadano, cuando es obligado a tener que salir de su hogar sin la esperanza del regreso y puedan entrar de nuevo en lo que fue su casa?

 ¿Es que los políticos del mundo no sienten que el tiempo apremia y que aumenta cada minuto el sufrimiento de estos seres?

Caro que todo parece más fácil cuando nos encontramos al otro lado del espejo.

FIN




lunes, 5 de febrero de 2024

Al otro lado del espejo 2º parte

Perdona, no fue esa mi intención,  en realidad te llamaba para decirte que estoy muy asustada; hace tan sólo unos minutos han llamado dos hombres a mi puerta, si hubieras visto el aspecto que tenían te hubieras asustado como lo he hecho yo.

¿Cómo eran?

Pues algo así como si hubieran vivido los horrores de una guerra.

¿Dime qué aspecto tenían?

No sé cómo describirlos, pero me pareció por su delgadez, que se encontraban famélicos, esqueléticos.

¿Te pidieron algo?

No les di tiempo a que hablasen pues les cerré la puerta.

Al colgar el teléfono tuve que sentarme, pues intuí que algo grave estaba pasando, pero al parecer yo inconscientemente, tampoco deseaba involucrarme en ello.

Con la mente hecha un lío, salgo a la calle, pues de pronto supe que no podía soportar la soledad y, como una autómata mis pasos o tal vez mi mente hicieron que me dirigiera a la Ciudad Monumental y me puse a caminar por la misma calle por donde vi pasar aquel carro tirado por aquellos jamelgos o pencos.

Entonces pensé mientras pisaba en aquellos cantos rodados milenarios.

¿Y si lo que está ocurriendo fuera una conspiración urdida por unos cuantos para hundir Europa?

¿Hasta ésos límites  llega la ambición del hombre?

¿De dónde les viene ese deseo irrefrenable a estos orates, para querer dominar el mundo?

¿O es que desean ser dioses?

¿Acaso ignoran estos descerebrados de que el hombre nunca podrá llegar a ser un dios? Pues en su locura olvidan que es solo eso, un hombre hecho de barro que cuando cae de su pedestal se deshace como lo hace la mantequilla al sol.

Y pienso  ¿Por qué no se preocupan estos sátrapas que llegan a ser presidentes de una Nación en  leer un poco más de historia para no volver a cometer los mismos errores? ¿O es que ignoran que al repetirlos solo pueden traer aún más destrucción?

No supe cómo pudo suceder pero cuando paseaba bajo la penumbra de las farolas de pronto la calle se inundó de una espesa niebla, las luces de las farolas ante tanta niebla parecían agonizantes, y ésta al ser tan húmeda parecía llorar lágrimas que calaba mis huesos.

 Al mismo tiempo que me preguntaba dónde me encontraba, un espantoso ruido me hizo temblar, pues pude oír como si los edificios a mi alrededor se derrumbaran uno tras otro, iluminados con la atroz claridad de las bombas lo derruido, era como si quisieran mostrar al mundo de lo que podían ser capaces sin llegar a pensar en la gente que lo sufría, mientras  tanto yo seguía caminando como si aquello no fuera conmigo, pues los gritos y llantos se multiplicaban por doquier entonces pensé.

 ¿Acaso me encontraba en el Averno de Dante?, pero yo seguía diciéndome, todo es mentira, no puede ser verdad en el siglo XXI, debe ser uno de esos sueños no  indeseados que por serlos son aún más crueles.

En eso pude ver cómo la gente salía corriendo de una bocacalle parecían despavoridas, era mucha, mucha gente que en su desenfrenada carrera  parecían buscar cobijo en algún lugar, pero que yo no veía ninguno, los sigo con la vista por curiosidad, hasta verlos  llegar a una puerta a ras del suelo que parecía ser un sótano oscuro que por su aspecto parecía ser mugriento,  cuando la miré aquella puerta parecía que hacía mucho tiempo había quedado en desuso.

Me acerco, hago la intención de entrar solo para saber qué era lo que pasaba, pero un brazo fuerte se interpone ante mí que me lo impidió, al parecer no era digna de entrar en aquel refugio, pues no hacía nada  para aliviar el dolor de los que sufrían.

Me alejo de aquel lugar con el corazón contrito, y mientras caminaba, en unos segundos me di cuenta de que había olvidado todo lo que acababa de pasar, mi cabeza se encontraba vacía.

La verdad es que yo al parecer siempre fui así, pues para mí el sufrimiento de los demás no es que me afectase mucho, ya que siempre me acomodé para ser una mera espectadora, pues a mí no me podía pasar nada,  y razoné de manera egoísta para qué preocuparse por lo que esté pasando lejos de mi entorno, y como diría el humorista “Esta guerra no es mía”.

Mientras tanto los ruidos en la noche se magnificaban, pues al parecer se  manifestaban de diversas maneras, a veces  lo percibía a algo similar al siniestro silbido que  produce  un escape de gas, otras ante mis aterrados oídos me pareció que era como los silbidos de los reptiles en celo, todo me pareció espantoso.

 Al llegar a este punto y  para recuperar la calma pensé, que quizás comiendo algo me tranquilizaría, pues mi estómago parecía haberse unido a aquellos espantosos ruidos pidiéndome comida, pero no me atrevo a levantarme, pues en el momento de intentar levantarme un humo espantosamente negro invadió mi alcoba, yo ante este nuevo despropósito me tapo la cara con la sábana, mientras espero el amanecer con ansiedad.

Pero un dolor repentino y  terrible de cabeza me obligaba a tener que salir de la alcoba para tomarme un analgésico, me dirijo al cuarto de baño, pero  una vez en el pasillo las piernas se niegan a caminar, entonces supe que el terror me tenía secuestrada en mi propia casa.

Cuando a duras penas llegué de nuevo a la cama, no supe el tiempo transcurrido porque  desde la torre de la  Iglesia comenzaron a dar siete toques de campana era la hora para que acudieran los fieles a la Santa Misa. Y descubro que mi cara que la tenía tapada con la sábana, y  cuando abro los ojos por fin pude distinguir dónde me encontraba y más  calmada  vi cómo una ráfaga de luz se filtraba a través de la persiana, haciéndome pensar de nuevo que había  tenido otro espantoso sueño, me dirijo a la ventana, subo la persiana, y  la abro  pero lo que pude ver tras ella era que se presagiaba un nuevo día radiante, quizás libre de pesadillas.

SIGUE...




miércoles, 24 de enero de 2024

Al otro lado del espejo


Al otro lado del espejo

 

 

 

No sé qué es lo que me pasa, me encuentro confusa, y en este estado es cuando me vienen a la memoria unos recuerdos, que… creo que, me encontraba paseando por la Ciudad monumental de mi Cáceres mágico, quizás aquel día me sentía influenciada por las noticias de los sucesos que estaban acaeciendo en el mundo. Pues nos estaban bombardeando por todos los medios de comunicación con una aterradora noticia, se trataba de una repentina invasión a una Nación llamada Ucrania, que según los informadores  había sido invadida por los rusos, ante esta noticia me intranquilicé, pero de lo que sí estoy segura es de que ante este recuerdo quise dar tranquilidad a mi alma durante mi aparente y, tranquilo paseo, pero no fue así porque de pronto y ante mí apareció un carro que por su aspecto parecían ser de los años cincuenta, entonces me percaté de que a duras penas era tirado por un par de jamelgos escuálidos que avanzaban lentamente que sin apenas resuello subían el repecho de la calle Ancha de la Ciudad Monumental; creo que me sorprendió ver el sufrimiento de estos animales que parecían subsistir milagrosamente al tirar a duras penas de aquella carga.

Mientras contemplaba el carro, no sé qué fue lo que pasó, pues de pronto vi que la calle se encontraba desierta,  en ese momento me crucé con dos hombres, me fijo en ellos porque me parecieron por su aspecto que estaban famélicos al igual que aquellos animales que acababa de ver, pero enseguida me olvido de aquellos dos hombres al desaparecer de mí vista.

 Y al llegar a este punto, analice a aquellos hombres, y  sin saber el motivo, giro mi cuerpo para seguir con la mirada a donde podía dirigirse aquel carro, pues tuve la intuición de que cargaba con algo que parecía ser demasiado pesado. Pero en esos segundos que me encontré distraída, el carro desapareció de mi vista, que a la sazón apresuré mis pasos, y busqué con afán a mi alrededor hasta encontrar una cochera, pero ésta se encontraba cerrada y, ante este enigma, resignada, seguí mi paseo pues no había conseguido encontrar respuesta alguna a aquel extraño suceso, pero no obstante quedé  intrigada al no poder saber dónde podía haber entrado aquel carro para que desapareciera tan repentinamente, pues al parecer se esfumo ante mis ojos.

Desorientada, intento recomponer mi cabeza, pero de pronto noto que una mano se posa en mi hombro, era una mano fuerte, dura, como la piedra que pretende aplastar la espiga madura  para convertirla en harina. Este hecho me empequeñeció; de repente se oyeron unas risas discordantes que parecían salir de detrás de una de las rejas de uno de los palacios que conforman el conjunto monumental, y  no sé cómo pero pude distinguir la voz de un  hombre que decía; silencio, a mí nadie me discute las órdenes y, ahora voy a hacer lo que siempre deseé; aquellas palabras arrogantes me desconcertaron pues fueron dichas en un tono de soberbia intolerante.

 Ante la inclemencia y crueldad de aquellas duras palabras, sin saber a quién eran dirigidas, yo sentí una opresión en el pecho que creí asfixiarme y, fue cuando mi sexto sentido me hizo pensar de que aquella voz era tan firme y, poderosa que podía ser capaz de hacer cualquier cosa por hacer realidad su capricho. Pues después de aquella voz, sólo se oyó un profundo silencio escalofriante, que sólo fue roto por los llantos y lamentos de niños y, ancianos.

Poco después despierto, y  por consiguiente me relajo al saber que sólo había sido un mal sueño y, al despertar me doy cuenta de que tenía la televisión encendida, entonces pongo toda mi atención en saber de qué estaba hablando el locutor,  en esos momentos se encontraba dando las noticias del día anunciando a bombo y platillo, que Europa iba a entablar conversaciones sobre lo que estaba ocurriendo en Ucrania. Y que por primera vez la noticia estaba siendo documentada por imágenes, y secuencias de lo que estaba sucediendo en aquella nación en directo. Yo me quedé sentada sin dilucidar qué era lo que estaba viendo en realidad, pues sobrecogida ante la pantalla  pude ver cómo unos carros eran tirados por pencos que avanzaban lentamente con su pesada carga por una calle donde el pavimento se encontraba sembrado de barro y  cascotes, y fue cuando pensé horrorizada que lo que estaba contemplando era lo que momentos antes había soñado y, que ahora lo estaba presenciando el mundo entero; pues aquellos carros al parecer iban cargados de cadáveres.

 ¿Era todo un desatino?

Y tras esta información de desconcierto, creo que se corrió ante mis ojos una sutil cortina disfrazada de silencio como tranquilizante, mientras tanto Europa esperaba con ansiedad la solución del conflicto; que al parecer sin éxito.

Cambio de programación y,  a continuación  en otra televisión el reportero comenzaba  a  mostrar casas y, edificios derruidos por las bombas.

 Me quedé pensativa, por unos momentos no supe dónde me encontraba.

Una vez reaccioné sobre lo que en realidad estaba pasando, me dirigí a la cocina, y con avidez bebí un vaso de agua, pero aquel desasosiego no parecía remitir, pues en esos momentos llamaron a la puerta, abro y, ante mí se encontraban dos hombres famélicos, el corazón se me aceleró, eran aquellos mismos hombres que vi en mi sueño, los miro asombrada; me piden ayuda, pero yo al verlos me asusto y, sin saber cómo reaccionar les cierro la puerta, mientras siento mi ansiedad va en aumento, me tengo que sentar, me encontraba mareada, lo que me estaba pasando era nuevo para mí y, creí no poder aguantarlo, mientras me dirigía al salón para descansar en el sofá, el timbre del teléfono me sobresalta, lo cojo asustada.

 ¿Anna te has enterado por las noticias de lo que está pasando?

 ¿De qué noticias me hablas? Dije aún conmocionada ante la visión que tuve de aquellos hombres que llamaron a mí puerta.

Después de hablar unos minutos con mi amiga, me pareció todo lo que hablamos era tan extraño que creí encontrarme  en otra Galaxia, pero lo más descarnado de la noticia para mí  es que era verdad lo que se estaba viviendo en este mundo llamado “civilizado” al parecer era como si todo fuera una película de ciencia ficción, pues ante las cámaras aparecían  como si fuera el fotograma de una película, lo que estaba ocurriendo dando a entender a los demás mortales que al estar tan lejos no nos concernía y estar acaeciendo esta aberración en un punto muy lejano de nuestro país; y que al ser algo tan  inconcebible en el siglo XXI se hubiera producido la invasión a un pueblo, por un presidente con ansias de poder descerebrado.

Un silencio por mi parte hizo que mi amiga se enojase.

¿Me escuchas?, pero yo en esos momentos inconscientemente ya había colgado el teléfono.

 Recuesto la cabeza en el respaldo del sofá, mientras pensaba que lo más indignante de todo era, que al parecer nadie sabía cómo parar esta tremenda atrocidad.

Paseo por el pasillo murmurando, al parecer vivimos en un mundo donde los locos y, los descerebrados andan a sus anchas, aunque al parecer los políticos dicen que se habían empezado las negociaciones para hallar la manera de  atajar este desatino al ser este un especial caso después de casi ochenta años de paz en Europa.

 Pues  los implicados en los conflictos saben cómo empezar un acto bélico, pero ninguno tiene la fórmula para atajarlo, pues una vez ha comenzado es difícil encontrar los medios para cortarlo, ya que todo al parecer se basa en los intereses creados por parte de los políticos, y de las Naciones, por esa razón me parece muy serio que algunos contertulianos del momento en las radios y televisiones se luzcan haciéndose notar diciendo cosas que no van a ninguna parte, incendiando con cada uno de sus comentarios las emisoras de radio, que no se sabe la razón para que en esos comentarios diarios distorsionen con alarmas innecesarias a una audiencia que se encuentra  estresada por los acontecimientos, pero ellos lo hacen para hacer crecer su ego diciendo sandeces de algo que ignoran, pero que a todos nos concierne.

Entonces me siento pesarosa después de haber colgado el teléfono a su amiga. Y coge el teléfono, marca el número para hablar de nuevo con ella.

¿Te sucede algo? Dijo alarmada me habías colgado.



jueves, 11 de enero de 2024

Relato

HISTORIA DE NUESTRA ESPAÑA.

RELATO

 

 

 

Cagayán: Los tercios españoles cuestionan la imbatibilidad de los samuráis

 La batalla de Cagayán tuvo lugar en 1582 y enfrentó a la Armada Española de Filipinas, de Juan Pablo de Carrión, y los piratas japoneses de Tay Fusa. Estos enfrentamientos se saldaron con la victoria española. El suceso tuvo la particularidad de enfrentar a arcabuceros, piqueros y rodeleros españoles contra este contingente nipón, compuesto, en su mayoría, por Rōnin (samuráis sin señor) y Ashigaru (soldados rasos).

Un antiguo relato tradicional japonés narra cómo temibles demonios mitad peces mitad lagartos derrotaron a guerreros con fama de invencibles.

Era el año 1582 y el mundo fue testigo directo de como los españoles derrotaron a los samuráis, en plena expansión mundial española.

La batalla de Cagayán

 Sin embargo, la realidad, muchas veces supera los mitos, y tras este mito se encuentra la Batalla de Cagayán. Una batalla dura y cruel que enfrentó a unos 40 españoles contra algo más de 1.000 japoneses en las costas de Filipinas.

En torno a 1580, en pleno esplendor del Imperio Español, el gobernador de Filipinas Don Gonzalo de Ronquillo envía una carta a Felipe II en la cual le pone sobre aviso de los ataques que las costas filipinas, territorio español, recibían últimamente por parte de piratas japoneses. Estos, atacaron los dominios españoles de la isla de Luzón, con katanas japonesas y artillería portuguesa, a la par que exigían tributos a la gente que allí vivía.

Para combatir a los japoneses, Felipe II envió a un capitán veterano de la Armada, al capitán Juan Pablo Carrión, quien a sus 70 años protagonizará una de las victorias más heroicas, y menos conocidas de los tercios españoles, en Cagayán.

Así, la cronología de los continuos ataques se remonta a 1574 cuando el corsario Li Ma Hong con 3.000 soldados ataca Manila de manera intencionada con el propósito de establecer un señorío pirata. Tras un largo combate las fuerzas hispano-filipinas derrotan a Li Ma Hong, quien sale humillado.

Sin embargo, el problema de la piratería continuó.

Así, en 1580 los piratas japoneses, los wakō, liderados por el temido Tay Fusa, llevaron a cabo un intenso saqueo y sembraron el terror en la isla filipina de Luzón, sobre todo en la provincia de Cagayán.  Como he mencionado anteriormente, el protagonista, el Capitán Carrión, hará frente a los wakō.

Juan Pablo Carrión salió a la búsqueda de Tay Fusa con una flota de unos siete barcos y cinco barcos pequeños de apoyo. A pesar de todo, los españoles sufrieron una cruel batalla pues 40 hombres se enfrentarán a 1.000 japoneses.

En el fragor de la batalla los españoles divisan un barco japonés cerca de Luzón y a pesar de superar en número a los españoles estos consiguen interceptar a los piratas. Los españoles preparaban los cañones mientras los tercios se armaban para el abordaje con sus vizcaínas, picas, y arcabuces.

La artillería de la galera española alcanzó al barco japonés y los soldados de Carrión saltaron a la cubierta enemiga. Sin embargo, los japoneses  obligaron a replegarse a los españoles. Pero los japoneses, aparte de superar en número a los españoles, también contaban con arcabuces portugueses por lo que los tercios tuvieron que retroceder hasta la popa de la galera. Los tercios, lejos de rendirse, forman entre ellos la clásica barrera defensiva en la que los piqueros se apostaban delante poniéndose los arcabuceros y mosqueteros detrás, combinando de esta manera efectiva la defensa piquera con los mortales disparos de los arcabuceros.

Además, Carrión cortó con su espada la driza del palo mayor de la Nao que cayó atravesado sobre la cubierta, creando así, una trinchera improvisada, permitiendo, con ello a los mosqueteros y arcabuceros disparar contra los japoneses de manera más efectiva, hecho que provocó numerosas bajas enemigas. En ese momento, la galera capitana española (San Yusepe) disparaba sus cañones contra los japoneses, que se retiraron a la desesperada que saltaron al agua, pero muchos se ahogaron debido al peso de las armaduras.

Tras esta primera batalla, la flotilla española avanzó por el río Grande de Cagayán, donde se encontró con 18 Champanes japoneses. Este enfrentamiento también culminó con la victoria de los tercios españoles quienes lograron desembarcar a los hombres, y cañones de la galera en un recodo del río donde se atrincheraron próximos a las posiciones del enemigo en tierra.

Ante el ataque español, los piratas japoneses decidieron negociar una rendición, pero exigieron una indemnización en oro como compensación por abandonar el archipiélago. Carrión se negó tajantemente y Tay Fusa ordenó atacar por tierra con más de 600 piratas. Los tercios aguantaron dos asaltos seguidos y, para que a los japoneses les resbalasen los dedos al intentar arrebatarles las picas durante la lucha, untaron los mástiles de éstas con sebo. El tercer ataque se desarrolló con los españoles casi desprovistos de pólvora, pero, a pesar de ello, lograron resistir con coraje y derrotar a los guerreros japoneses.

Tras ello, las bajas a destacar fueron muy importantes, ya que habría que haberlas establecido en su mayoría para los samuráis. Los españoles perdieron entre 10 y 20 soldados mientras los japoneses algo más de 800 hombres

Después de la batalla, los relatos japoneses contaban que sus hombres fueron derrotados por wo-cou, es decir, unos demonios mitad lagartos mitad peces, que atacaban tanto en mar como en tierra. Este relato fantástico y rozando lo mítico  atribuye a los españoles un gran valor al resistir en  clara inferioridad a un enemigo muy feroz y curtido en el arte de la guerra. Los japoneses otorgaron a los tercios de Carrión una fama legendaria.

Consecuencias de Cagayán

Desde que Legazpi descubriera Filipinas unos 30 años antes de Cagayán y hasta 1898 los españoles mantendrán estas islas como parte de su imperio, en parte gracias a la defensa infrahumana que los españoles realizaron en 1582 contra los japoneses. Con ello, se aseguraron años de paz y evitaron, momentáneamente, nuevos saqueos.

Tras la victoria de Cagayán, Felipe II se acercó aún más a China, a la que no veía como colonia pero si como enclave comercial con predominio español. Además, España se consolida reina de los mares.

Cagayán supone, para variar en nuestra historia, un desastre histórico en tanto que la olvidamos, y no la estudiamos en institutos o universidades. La habilidad y la eficiencia, certera, de los tercios españoles deja en entredicho la inmortalidad de los samuráis ya que con unos 40 soldados hacen frente a 1.000, infringiéndoles una severa e importante derrota, humillación si se desea.

La historia de España es obligación que sepamos los españoles, para que no se nos olvide lo que fuimos para no perder la auto-estima.